La información veraz sobre la pandemia, permite entender que la crisis nos ha puesto a todos en el mismo nivel. Es un medallero olímpico con los mismos países a la cabeza, pero esta vez con las peores cifras. Un mundo al revés, como se parodia. Cuando se valoraba la calidad de decisiones políticas de los gobiernos; y, la cultura y educación de su gente para ser los mejores, esta crisis ha desnudado lo que somos.
Es una responsabilidad compartida. Y muchos gobiernos deben pedir perdón, han apostado por lavarse las manos, no para fomentar la higiene preventiva, sino para librarse de culpa y echársela a otros: que es un virus chino, que nadie se lo esperaba o la más osada: que es una gripecita.
Este país vivió la riqueza con mentalidad del pobre, que con su primer millón (petróleo a +$100) se lo gastó como rico; no ahorró o priorizó gastos. Y ahorro no implica no hacer nada, sino priorizar lo importante, pero, además: no despilfarrar y peor robar dinero público sin dejar pruebas.
Fallaron los políticos, pues jamás deben descartar los peores escenarios, ¡jamás! Eso significa ser previsivos y actuar rápido. Prever cuánto dinero podemos ahorrar antes que despilfarrar en propaganda e imagen; o priorizar deudas millonarias, para no dejar la caja vacía. No podemos tratar a los médicos y enfermeras como héroes y a la par dejarlos como víctimas desprotegidas. Pasa aquí y mundo fuera. Pasa con la Salud en general.
Igual del otro lado: falta de obediencia a la autoridad, falta de solidaridad y de conciencia; de una cultura de prevención, ahorro e información sin mentiras. Hay miles de pretextos para romper eso. Vencerá el darwinismo social del más fuerte para sobrevivir o el “más pilas”.
Cuando creamos que esto pase, nos relejaremos, para luego volver al encierro y la cuarentena. Hoy tenemos de frente a los 4 jinetes del apocalipsis que no conocen nacionalidad: el coronavirus, el desempleo, el populismo y la mentira. (O)