Estudiantes de cinco colegios fiscales de Guayaquil, participantes del proyecto de vida contra la violencia, entregan una ejemplar lección ética a los articulistas de medios de comunicación “independientes”, que invocan a supuestos descontentos del régimen a salir a las calles a expresar su protesta, mediante el uso de la violencia, y también a los residuos de la partidocracia que, habiendo perdido privilegios, azuzan a sus escasos seguidores a la práctica de plantones, caos y vandalismo con la intención de boicotear los cambios estructurales que guía el gobierno de la Revolución Ciudadana.
A los comentaristas, identificados con la oposición, que a falta de líderes de esa línea política instigan a la insurgencia callejera, se les recuerda que los conspiradores se ocultan como cobardes y que por su desmedido afán de sobresalir se aprovechan de los incautos para atentar contra el orden constituido y que al final la víctima resulta el pueblo engañado.
El periodista académico o de excelente formación informa y comenta con verticalidad y plantea el diálogo para la búsqueda de soluciones por consenso, pero el iracundo es terco, se cree dueño de la verdad y sostiene que el vandalismo es oposición política y se olvida de lo que dice un sabio: “La violencia es miedo a las ideas de los demás y poca fe en las propias”.
El país necesita paz y trabajo para transitar sin contratiempo hacia su desarrollo. Es encomiable la decisión de la Subsecretaria de Educación y la Dirección del Instituto de Investigación de la Universidad Católica de lanzar un proyecto de vida para prevenir la violencia y otros desvíos como prácticas de la sexualidad insegura y embarazos prematuros. A los revoltosos, incluidos dirigentes estudiantiles equivocados, maestros resentidos del MPD y políticos fracasados, los invitamos a reflexionar sobre los mensajes de representantes de los colegios Guayaquil y Rita Lecumberri. “Podemos ser mejores que los demás sin necesidad de buscar la violencia”. “Se puede enfrentar cualquier problema sin necesidad de recorrer caminos oscuros”.
Derrotemos a la violencia, hoy, cuando el país transita en un nuevo tramo con la esperanza de lograr mejores días, donde imperen el bienestar y la justicia social.