La idea de los Tiempos Líquidos la propuso Zygmunt Bauman, para explicar el momento de gran transformación que experimentamos, en el que todo se mueve con extrema rapidez en diferentes direcciones, sin orientación ni marcos de referencia estables. Predomina la sensación de lo instantáneo y las alegorías que circulan a velocidad en las redes sociales, antes de terminar diluidas, sin posibilidad alguna de que se perennicen.
En el mundo de las representaciones y la circulación acelerada, los individuos-mercancías se ven obligados a conectarse y desconectarse constantemente, movidos por el afán del dinero y la emoción, enredados en la madeja de la virtualidad y la posverdad. Mientras se mueven impulsados por el sistema, no necesitan pensar el pasado, aun el presente es demasiado largo para sostenerlo, todo es efímero, no hay tiempo lento, ni lugar para recordar.
Es bien sabido que somos seres “hechos de memoria” y que nada podemos hacer ni decidir sin recordar, ni siquiera mirarnos en un espejo. La velocidad, la híperrepresentación y la emocionalidad acechan a la memoria social. La transformación del sentido del pasado y el desvanecimiento de los recuerdos colectivos cambiarán irremediablemente la relación entre las personas. Al parecer, nos estamos transformando en seres desmemoriados y desorientados, sin consciencia de nuestra historia, incapaces de reconocer el “punto de origen”, activar la relación de pertenencia, integrarnos a la comunidad, localidad o nación. Sin memoria no podemos conformar sociedad humana, sino manada de zombis virtualizados.
Ante un cuadro así, algunos pensadores optimistas prevén el surgimiento de la sabiduría, condición y dimensión capaz de responder a la falsa sociedad virtual, desde el campo cultural, usando para ello una memoria sensitiva, o “sentipensante”. Pero aun cuando aquella memoria florezca, es poco convincente que una sociedad desafiada, como la actual, detenga, sin consciencia crítica, el avance de un proyecto asocial, tecnológico-mercantil y de dominación, impulsado por las potencias. En este punto solo es útil agregar que el problema de la memoria colectiva merece una seria atención, porque sin ella desaparecerá la sociedad misma. (O)