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El Telégrafo
Mariana Velasco

Medios públicos y una nación plural

22 de noviembre de 2023

En Ecuador, primero nacieron los medios privados o comerciales a diferencia de otros países en el mundo. Bajo el decreto del ex presidente Rafael Correa, tras la fusión de los diarios El Telégrafo, El Tiempo, la unión de Radio y Televisión de Ecuador y posteriormente la unión de dos medios televisivos privados por motivo de deudas, nacen el 2007 los medios públicos.

El compromiso ético de los medios públicos debería ser más fuerte que el de privados y comunitarios porque no se sostienen del rating, sino de la calidad de sus contenidos y de la imparcialidad con la que se manejan. Su programación debe ser en función de los requerimientos ciudadanos, de las audiencias, del Estado y no de un gobierno de turno. Ello se genera con creatividad y manejo profesional. 

En los diversos continentes, la experiencia enseña que una de las razones históricas de los medios públicos, es re-equilibrar la desproporción estructural que en el terreno cultural y comunicativo han vivido las sociedades. El desafío es crear el modelo de comunicación colectivo como sistema nervioso medular de las comunidades del nuevo milenio que deben estar guiados por la lógica del desarrollo y la sobrevivencia humana.

La existencia y supervivencia de los medios públicos es primordial para una sociedad democrática por lo que la opción de inexistencia o debilitamiento, no procede. Al contrario, hay que trabajar por su fortalecimiento, ampliación y reconocimiento, toda vez que su razón de ser se justifica por la eficaz rentabilidad social y política que aportan para respaldar el proceso político de gobernabilidad y la creación de una nación plural.

Su rentabilidad no se basa en los criterios comerciales que se mide el éxito de los medios privados, sino mediante la contribución a establecer nuevos pactos de convivencia comunicativa entre la sociedad, los medios y el Estado al permitir que las comunidades se expresen para manifestar sus necesidades, intereses y propuestas de solución.

El prototipo de un medio público debe distinguirse por ser participativo, plural, abierto, crítico, ciudadano y ser generador de una relación directamente proporcional entre comunicación y democracia, al permitir participar a diversas comunidades en el espacio mediático para intervenir en la constitución de lo público y así reforzar la pluralidad de la democracia, más no cajas tontas de resonancia. 

Hoy, con la llegada de Daniel Noboa Azin al poder, nace la incógnita. Abrigo la esperanza, que el flamante Secretario Nacional de Comunicación, experto consultor, académico y estratega, use verbo y sustantivo para convencer al mandatario el reavivar y modernizar el ideal de servicio público porque la comunicación debe ser prioridad para todos los gobiernos, como lo es para todo ser humano al ser un eje transversal de la vida. También sería dable una auditoría de resultados. Se encontrarán con algo más que una caja de Pandora. 

El fin que perciben estos medios, es el de producir y difundir contenidos que fomenten los derechos humanos, igualdad de género y la interculturalidad; facilitar la libertad de opinión, además de promover contenidos audiovisuales nacionales, educativos, culturales, de recreación y entretenimiento que contribuyan al buen vivir. Para ello, hay que cumplir con los objetivos de un medio público, depurar, designar capital humano probo, elaborar parillas atractivas para sacar del imaginario ciudadano el concepto de ‘’piponazgo’’ y ‘’ bodega de enlatados’’ o rellenos. 

Gran parte del debate acerca de la "regulación" de los medios de comunicación -un término que crea nerviosismo entre algunos defensores de la libertad de expresión-, en realidad tiene más que ver con el hecho de que medios financiados públicamente operen con la debida independencia del gobierno en funciones, que con tratar de restringir las operaciones de los medios que ya disfrutan de plena independencia editorial.

Las transmisiones de servicio público se fundaron en una convicción que sigue siendo válida en gran parte del mundo: el sector privado, por sí mismo, no siempre puede ser garantía de pluralismo. El problema es que los medios gubernamentales y en el caso ecuatoriano, también han fallado. El crecimiento de la plataforma mediática del Estado y con ella, la burocracia a partir del 2007, revela que las empresas de comunicación impulsadas desde el poder Ejecutivo se crearon para una coyuntura política particular del país y la región. La intencionalidad de estos medios giró en torno a construir una maquinaria propagandística de amplio alcance para reconfigurar la opinión pública. El hecho generó una polarización político-mediática como señalan autores (Albán, 2016, Checa y Barredo,2016), sino que además pudo ser un factor determinante para el triunfo de las 10 elecciones generales, seccionales, consultas y referéndums a las cuales fueron convocados los ecuatorianos entre 2007 y 2017 y el triunfo de Rafael Correa. 

Los posteriores gobernantes, no se molestaron siquiera en conocer, interesarse o descubrir su importancia no solo en la elaboración de la agenda setting sino el de la participación ciudadana. Jamás hubo la voluntad política ni el presupuesto requerido. Fueron advertidos pero poca o ninguna atención prestaron. 

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