En Estados Unidos, el fiscal general Schneiderman puso una multa billonaria a GlaxoSmithKline porque “la mala conducta de GSK era alarmante en su escala y alcance…; este gigante farmacéutico ahora rendirá cuentas por poner las ganancias corporativas por delante de la seguridad del público”.
Roche también tendrá que indemnizar a pacientes por ocultar los riesgos de un medicamento antiacné. En Ecuador se impuso una ínfima sanción a Boehringer Ecuador “por propaganda engañosa”. Estos ejemplos reviven el problema ético en que está inmerso el negocio de los fármacos: anteponer las finanzas a la salud de las personas.
Se ha denunciado que el mal comportamiento influye en la toma de decisiones sobre la producción y comercialización de medicamentos. GSK fue acusada de comercialización ilegal de ciertas medicinas no aprobadas, por declaraciones falsas con respecto a su seguridad y eficacia, ofrecer sobornos a profesionales de la medicina, y evadir pagos gubernamentales. Roche porque su producto produjo afectación grave a la salud. El caso ecuatoriano involucra el publicitar un medicamento restringido.
En el Ecuador ahora sucede algo más inquietante: la pretendida derogación de artículos de la Ley de Medicamentos Genéricos (Registro Oficial 162, 09-12-2005), que daría paso a conductas impropias de las farmacéuticas.
Estos artículos se refieren a sanciones: por no cumplir con parámetros de calidad, cantidad y eficacia terapéutica (Art. 19); por importación dolosa de medicamentos que no reúnan las normas de seguridad (Art. 20); por incumplir plazos de expiración que según se señala, en compras del Estado, no podrán ser menores de un año (Art. 21); por elevación de precios sobre el mandato oficial (Art. 25); y, además, prevé prisión por acuerdos fraudulentos entre productores, distribuidores o vendedores que tiendan a perjudicar al consumidor (Art. 27).
El país ha dado interesantes pasos en la protección a la salud, en la promoción de medicamentos genéricos, en la liberación de patentes y en el control de los productores y comercializadores de medicamentos, pero la derogación de los artículos aludidos consagraría prácticas malsanas de las farmacéuticas.
El afán de lucro a cualquier costo de determinadas transnacionales de fármacos es conocido; liberarnos de su influencia es aún difícil, pero, como país, al menos debemos tomar acciones para controlarlas y que sus productos beneficien a las personas, lo que hace indispensable contar con leyes soberanas. Y es también de la mayor urgencia investigar nuevos productos que alivianen nuestra dependencia científico-tecnológica.