Hace una semana, Janeth Hinostroza, mientras realizaba una entrevista al Ab. Alembert Vera, comentó que los medios se han visto en la obligación de convertirse en “oposición” por la falta de un contrapeso serio dentro del territorio formal político. El fatalismo implícito y la angustia que pareció suscitar en ella esta declaración me llevaron a entender que, “muy a pesar de ellos, se han visto en el obligación de convertirse en oposición”.
Es decir, hubo una aceptación tácita para determinar una postura. No es pecado ni nada nuevo. Pero es muy diferente a decirse (o creerse) imparciales y objetivos.
Yo he utilizado esta columna para criticar a los medios, y lo he hecho ampliamente. Pero dada la “aceptación” de la Sra. Hinostroza, es importante puntualizar que las medias verdades de los medios (a las cuales me he referido en más de una ocasión), no dejan de tener medio de verdad.
Los medios, como actores políticos, velan por sus intereses; cada acción (por loable que pueda llegar a ser) no deja de buscar una manifestación política. Con esto no quiero sugerir que solo buscan la manifestación política. Cuando el Presidente inaugura un hospital o una carretera, está en campaña. Esto no resta valor a lo realizado, como tampoco le resta la manifestación política que busque. Parte de la acción política es generar estos espacios.
Entonces, cuando una publicación determina que hay 300 escuelas en mal estado (y se olvidan de mencionar las 2.000 que se han reparado) hay un interés marcado. Hay una media verdad. Pero sigue teniendo medio de verdad: hay miles de niños de estas 300 escuelas que no tendrán la infraestructura necesaria para estudiar.
Cuando Vicente Albornoz hace un análisis de 30 segundos del coeficiente GINI en el Ecuador (coeficiente para medir la desigualdad), y menciona que la mayor reducción se ha producido entre 2004 y 2007 (sin ninguna explicación ni análisis) hay un interés marcado. Hay una media verdad. Pero sigue teniendo medio de verdad: seguimos siendo un país con enormes desigualdades.
Los medios son un termómetro. Son la voz de un sector; buscan también un espacio de representación. Puede que sean un sector reducido y que en los amplios espacios creados hablen por los muchos que no son, pero lo mismo se hace desde otras plataformas políticas. Y al mismo tiempo son una alerta: resaltan tus defectos, tus carencias, tus fallas, te hacen mejor.
Los medios son, o han asumido el papel, de la oposición limitante: la que dice que te excedes, la que dice que insultas, la que dice que no funciona, la que dice que falta, etc. Todas medias verdades. Todas con medio de verdad.