La homosexualidad es una realidad de la naturaleza humana y de la biología que ha estado presente siempre, desde el inicio de la humanidad. Equivocadamente fue, por muchos años, considerada una enfermedad o trastorno mental pero, afortunadamente, las asociaciones americanas de psicólogos y psiquiatras, desde hace décadas, excluyeron a la homosexualidad de las listas de enfermedades y, más bien, la consideran como un comportamiento sexual diferente, pero no anormal.
La historia da cuenta de una serie de figuras que fueron homosexuales o bisexuales. Ejemplos incluyen a Alejandro Magno, Julio César, Sócrates, Aristóteles, Leonardo da Vinci, Frida Kahlo, Cristina de Suecia, Tchaikovsky, Oscar Wilde, Greta Garbo, Michel Foucault, Alan Turing, por citar unos.
La homosexualidad ha sido proscrita en cuerpos legales y ha sido objeto de persecución y rechazo por la religión. Esta ha jugado un papel fundamental en el rechazo a los movimientos a favor de los derechos de los homosexuales. Cabe, sin embargo, recordar que Ecuador y la mayoría de los Estados del mundo son laicos y, por ende, sus decisiones legales deben abstraerse del planteamiento religioso.
La persecución a homosexuales ha sido terrible a lo largo de la historia y hoy vemos, con mejor perspectiva, lo injusto de estas acciones. Oscar Wilde fue encarcelado por sus prácticas homosexuales y Alan Turing, pionero de la computación en el mundo, se suicidó tras las humillaciones que fue objeto.
Sin duda la tolerancia y el respeto hacia los homosexuales ha ido ganando terreno y los organismos y cortes de derechos humanos han jugado un papel fundamental. La no discriminación laboral por orientación sexual es un ejemplo extendido de este avance. La Corte Constitucional acaba de pronunciarse a favor del matrimonio igualitario. Es una decisión correcta que promueve el derecho de los homosexuales que carecían de esta posibilidad.
Debe entenderse que esta decisión atañe al derecho civil y en ningún caso se refiere al sacramento del matrimonio, este sí, con el pleno derecho de su control por la religión. Es bueno saber que tenemos una Corte Constitucional plural, competente y confiable. (O)