“No vine a traer paz, sino espada”, decía Jesús a sus apóstoles como consta en el Evangelio según San Mateo en ese hermoso libro que es la Biblia. Así que, como cualquier creyente, yo sin serlo, también intento traer espada siguiendo el ejemplo del Señor.
O de la misma manera como el Hamlet de Shakespeare que decía: palabras, palabras, palabras… que en su idioma original está escrito: words, words, words… y leyéndolo rápido se puede enunciar swords: espadas. Porque así deben ser las palabras ante la ignominia de la deshonesta realidad que golpea.
Porque la letra se escribe con espada, para que luego aparezca la luz rasgando el velo del engaño. Sin embargo, es menester cierta entereza, ya que acá, la vida en sí misma, es conflicto que arrastra si nos descubre en pasividad.
No callar es decir la verdad. Si se calla por miedo o por cualquier otro des/interés, se está mintiendo. Entonces no cuenten conmigo para callar, amigos lectores. Y, ¿Qué será eso de “la verdad”? La verdad es la palabra, la espada, que surge luego de superar demonios y no del egocentrismo. Por ejemplo: si usted no tiene idea por quién votar en las futuras elecciones ecuatorianas, permítase pedir la opinión de algún hermano venezolano radicado aquí, porque seguramente él le dirá la verdad que, si la escucha el fanático, le rebanará lana del ego.
Beth Harmon, es la protagonista de la miniserie de ficción en Netflix: una huérfana que se corona campeona mundial de ajedrez en una época tremendamente machista.
La jugadora lleva una vida llena de complicaciones y tendrá que decidir entre el ajedrez o el camino mentiroso de la autodestrucción, propio de quienes callan.
Esta serie tiene por nombre Gambito de Dama y de esa misma manera se llama una apertura de ajedrez muy estudiada que implica dar un peón, el de la Dama, a cambio de desarrollar las piezas a un sinnúmero de posibilidades. Aunque se trata de un artilugio, porque el peón es recuperado luego.
Ante la mentira hay que abrir con Gambito de Dama y multiplicar las salidas para darle con la espada: decidir entre la verdad o seguir en el rebaño. ¡Jaque!