En el mundo del entretenimiento existe gente excepcional, intelectualmente irreprochable. Sobre ellos no me referiré el día de hoy, sino sobre los payasitos, cuyo mayor mérito es el circo. Hoy responderemos: ¿En una democracia, es derecho de todos acceder a la Asamblea?
Para responderlo debemos primer hacer las siguientes reflexiones: ¿Elegirían a un sacerdote para que les opere del corazón? ¿Permitirían que un abogado diseñe la ingeniería hidrosanitaria de su nueva casa? ¿Contrataría a un masajista para que lo defienda en un juicio?
Obvio no, porque en un ejercicio de conexiones neuronales usted concluye que el principio de especialidad genera que la preparación académica y profesional sea determinante en la ejecución óptima de un proceso específico. Así, usted entiende, porque no es tan menso, que un cardiólogo está más capacitado que un sacerdote para una cirugía.
Entonces, ¿en democracia el principio de igualdad garantiza que actores, cantantes de tecno cumbia, bailarinas, presentadoras de televisión, futbolistas, etc., puedan ejercer el derecho de participación política? Sí, siempre y cuando, al igual que en cualquier ámbito de la vida, les de la talla.
Si usted exige conocimientos científicos a un médico, ¿cómo se le ocurre no exigírselos a quien pretende ser Asambleísta? ¿Por qué los profesores universitarios deben tener mínimo una maestría y a los candidatos al primer poder del Estado, el Legislativo, les basta ser presentadores de programas deportivos?
Legislar es el cargo de mayor responsabilidad en el sistema. No es lo mismo discutir con profundidad, desde la política criminal, sobre normas penales, que patear penales. Y no, no estoy discriminando, estoy diciéndoles que jamás me contraten a mí para construir un puente. Por ello, entiendan: ser Legislador debe estar acompañado de mérito intelectual, porque el ejercicio legislativo depende de un proceso mental
Les propongo armar un debate: en un lado de la cancha colocamos a un representante de cada gremio profesional (abogados, médicos, cámaras, arquitectos, economistas, etc.), y, en el otro, a los representantes de la farándula. El tema: “técnica legislativa”. No me hace falta decirles en que lado de la cancha imperará el tartamudeo, cacareo y balbuceo.
No importa quien sea su candidato presidencial preferido, si éste eligió candidatos de la farándula para la Asamblea por ser de farándula y no por sus cualidades cerebrales, quítele el voto. ¿Quieren acabar con el circo? Entonces matémoslo de inanición: extingamos a los payasos y se acaba el show (O)