Sabemos que nuestra vida diaria ha cambiado radicalmente desde que se expandió la epidemia del coronavirus, que nuestra cotidianidad se vio totalmente alterada por este virus que se coló en los organismos y que hizo que todo cambie, desde las estancias en nuestras casas, hasta las cosas que debemos llevar con nosotros en las esporádicas salidas.
La necesidad de tener todos los cuidados se ha establecido a manera de protocolos que todos debemos seguir, si no queremos correr los riesgos de los que estamos todos advertidos y que tienen que ver con rutinas como el lavado esmerado de las manos, el distanciamiento social, el uso de la mascarilla.
Por supuesto tenemos que hacer caso también de la salida regulada de acuerdo al último dígito de las placas de nuestros vehículos, lo que ha hecho que el tráfico sea más fluido en las ciudades.
Para las mujeres, que siempre andamos con las consabidas carteras y bolsos, la rutina tiene que ver con agarrar todos estos adminículos, el cambio de zapatos que los dejamos fuera de nuestros hogares, y, claro, como no podía ser menos, estar provistos del gel desinfectante o de las botellitas de alcohol y la infaltable mascarilla.
En estos días es fácil oír exclamaciones como: ¡Se me quedó el gel! O el grito de: ¡Ay…se me olvidó la mascarilla…! Con tanta vehemencia como cuanto hace poco nos quejábamos del olvido del celular o de algo indispensable para lo que debemos hacer fuera de la casa.
Claro que olvidarse de la mascarilla puede ser grave, no solo para la salud de las personas, que es lo más importante, sino también para el bolsillo, por las multas impuestas por las respectivas autoridades municipales, en ciudades como Quito, en cuyas calles y avenidas los policías están atentos para levantar infracciones a quienes no se cubren con las mascarillas de marras.
Y a propósito de mascarillas, vemos ya como la moda se ha hecho presente y no son solo las quirúrgicas o las estándar, sino las que incluyen colores diversos, diseños, modelos y hasta bordados de Zuleta, para disimular la molestia que entraña llevarlos en todas las ocasiones.
Algunos y algunas buscan colores que les hagan juego con la corbata, con el bolso o con el vestido. Los hemos visto en las escaleras de la Asamblea o en las apariciones televisivas, en clara demostración de que los seres humanos nos acostumbramos a todo, hasta a las mascarillas. (O)