Una carrera se define como el progreso laboral de una persona durante su vida, generalmente dentro de una especialidad. En el aula, converso con mis estudiantes y les aseguro que la carrera que harán después de la “carrera” que terminan en la universidad será mucho más que desempeñar un trabajo, tener empleo u ocuparse. Les digo que tener una carrera no es sólo trabajo, es desarrollarse también como ser humano, aprendiendo siempre, sin descuidarse de las actividades que nos apasionan, los hobbies que tenemos y las actividades recreativas.
Para muchos de mis estudiantes solo hay una ocupación que ellos podrán desempeñar y que necesariamente debe adaptarse a la especialidad que han hecho en la universidad. Tienen fija la idea de que serán exclusivamente eso. Luis, por ejemplo, dice que él será “comunicador empresarial” y no sale de allí. Sin embargo, ni él ni los otros chicos toman en cuenta que la variedad de materias que han tomado en la universidad los capacita para hacer más que un solo tipo de trabajo. Luis es muy hábil haciendo videos, le encantan las redes sociales y tiene un muy buen nivel de inglés. Podría ampliar sus expectativas buscando trabajar en muchos más lugares que solamente en los departamentos de comunicación de las empresas.
Para combatir esa visión unidireccional sobre sus carreras les digo a los chicos que están por graduarse que deben tomar en cuenta que las ofertas de trabajo no siempre están alineadas a las especialidades universitarias. Que encontrarán lo que el mercado laboral permita y que deben estar abiertos a hacer trabajos fuera de su rama, porque ellos están perfectamente entrenados par desempeñarlos. Sin embargo, recalco que eso ocurrirá si han adquirido las capacidades básicas necesarias. Ya sea que sus objetivos profesionales sean en contabilidad, artes teatrales o ciencias ambientales, existen habilidades generales que deben dominar: la capacidad de leer, escribir, calcular, pensar críticamente, comunicarse de manera efectiva, dominar los programas y aplicaciones electrónicos y saber navegar con fluidez por las redes sociales. Mejor todavía si a esas habilidades añaden el dominio del inglés.
Al terminar la carrera universitaria los jóvenes tienen altas expectativas; esto los estresa e inclusive les causa temor. Perciben que entrar en su campo profesional resultará complejo. Algunos se adelantan y ya han montado sus propios emprendimientos. Saben que la carrera profesional influirá en su estilo de vida, en el concepto que tengan sobre sí mismos, en sus ingresos, en el prestigio que adquieran. Sin embargo, la mayoría no se plantea que las carreras profesionales no son unidireccionales, que los trabajos ofertados podrían ser compatibilizados con sus conocimientos y destrezas. Por ello, les cito por ejemplo datos estadísticos de los EEUU que indican que la mayoría de los miembros de la fuerza laboral realizarán de tres a cuatro cambios importantes en su carrera durante sus 35 a 45 años de trabajo.
No tenemos estadísticas para el Ecuador, pero considero que las expectativas están marcadas por la tradición –especialmente de las familias de Quito, por ser una ciudad donde está el gobierno central que necesita una gran cantidad de burócratas– que es la de que sus hijos entren en una entidad, permanezcan en ella por 30 años y logren una buena jubilación. El problema para nuestros jóvenes es que las circunstancias actuales no funcionan así. Las entidades se transforman, los perfiles de puestos cambian constantemente, por lo que cada vez existen menos profesionales que se quedan en un solo lugar por toda su vida laboral. Para explicar este fenómeno, comparto con mis estudiantes mi propia experiencia. A pesar de que he dedicado a la educación gran parte de mi vida profesional, me he desempeñado en al menos diez diferentes puestos de trabajo a los que he aportado indistintamente mis conocimientos de las ciencias sociales, culturales, administrativas y de conocimiento de lenguas extranjeras.
Existen muchas maneras de tomar las riendas de nuestra carrera de vida. Lo primero abrir la mente, considerar es muy grato recorrer caminos no conocidos y dejar que la vida le lleve a uno a oportunidades inesperadas. Luego, estar listo a aprender nuevas habilidades para posicionarse mejor profesionalmente; experimentar con asuntos que se extiendan más allá del área de especialización (y de la zona de confort de cada uno). Algunas destrezas y conocimientos que se deben adquirir para tener un CV más completo son los hablar en público, aprender una lengua adicional o adquirir de forma continua solvencia tecnológica. Por otro lado cada uno debe crear redes con personas que puedan ayudar a encontrar trabajo, servir de referencia o dar consejos. Doy a mis estudiantes un tip que me ha servido mucho: elegir pronto mentores/as entre personas a las que uno respeta para recibir del ellos su experiencia y su consejo.
El semestre está terminando, los chicos se van de vacaciones y el próximo semestre estarán preparando ya sus tesis de grado. Están a las puertas de entrar en el mundo laboral. Al despedirles les hago saber cuánto deseo que la vida les ofrezca muchas oportunidades para que ellos y ellas puedan aplicar sus múltiples talentos.