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El Telégrafo
José Gonzalo Bonilla

Más que indulto, queda un tufo a chantaje

11 de noviembre de 2021

Recuerdo haber conocido a Antonio Vargas por ahí del 2000. Fue en una reunión en la Fundación Esquel para tratar un plan de desarrollo con la plana mayor de la CONAIE. Asistí a esa conversación por invitación de Cornelio Marchán, presidente de la Fundación. En ésta, se trató la búsqueda de fondos para algún proyecto para la organización indígena. En mi memoria quedó grabado en daguerrotipo el sueño que acompañó al líder indígena durante todo el encuentro de dos horas…

Carlos Antonio Vargas Guatatuca, expresidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), exintegrante del efímero triunvirato del 2000 y ex ministro de Bienestar Social fue indultado por el presidente Guillermo Lasso.

La figura del “… indulto implica que se perdona la pena o una parte, pero el delito no se olvida, solo que la pena no se cumple y este puede ser dado por la Asamblea Legislativa y el presidente de la República”.

Revisemos si el indulto otorgado fue tal o fue un pago de un chantaje para iniciar el diálogo convocado por el presidente Lasso.

Cuando fue ministro de Bienestar Social, se decía que el verdadero poder estaba en el escritorio de un oscuro personaje que fungía como subsecretario de esa cartera, hablo de Bolívar González. Entre las varias investigaciones, se hallaba una por intento de asesinato a los abogados de su esposa en el juicio por divorcio que le seguía. La crónica de la época recoge esta y otras denuncias.

Revisando la prensa de la época, Vargas fue acusado de irregularidades en el manejo de los recursos del Fondo de Desarrollo Infantil (FODI) y el Plan Esperanza II, se dijo que desvío los fondos para organizar marchas en respaldo del gobierno de Lucio Gutiérrez. La gestión de Antonio Vargas ha sido señalada como la responsable del inicio de la destrucción de la política pública a favor de la niñez menor a cinco años. Hasta ahora no se ha podido reconstruir la política púbica para la primera infancia.

En su paso por el sector público, según los recortes de prensa de la época, se lo investigó por el mal uso de un millón de dólares, destinados para programas de alimentación de los niños y los distrajo para la construcción de canchas deportivas y baterías sanitarias en beneficio de la campaña política de Sociedad Patriótica.

En el medio amazónico se dice que es un shamán. Por ello le temen en Pastaza. Quizá esta sea la verdadera razón para que hayan cabildeado su libertad con tanta insistencia sus coidearios. Esto solamente se lo podría entender dentro de la cosmovisión andina.

El indulto dado es al proceso por uso ilegal y tráfico de tierras en el caso de la hacienda Té Zulay en el 2017 y que le costó la prisión.

Junto a Vargas Guatatuca fueron indultados Carlos Chacha Iza, y Gonzalo Villamil Gualinga, acusados de paralizar el oleoducto, en Octubre Rojo del 2019. Este es un delito penal que no debe tener perdón ni olvido.

Para otorgar el indulto, el presidente Lasso argumentó razones humanitarias. Estoy seguro de que se ha perdonado la pena, pero esta vez también se trata olvidar el delito. Parecería que la impunidad está campeando en todo el territorio nacional.

Mientras el gobierno de Guillermo Lasso ha extendido la mano para el encuentro y el diálogo, los líderes indígenas siguen hablando de mantener la “lucha social sin claudicar a sus demandas”.

Más que a indulto queda un tufo a chantaje.

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