Las 00:00 horas en Chile del miércoles 13 de octubre del 2010: la cápsula Fénix descendía por el túnel para traer a la superficie al primer minero. Así arrancaba el rescate de “los 33”. Ellos llevaban 70 días atrapados a 700 metros de profundidad en la mina San José, en Copiapó. La operación de rescate fue un éxito, y a las 21.55 hora del jueves 14 de octubre de 2010 el último minero estaba afuera en el campamento Esperanza.
Por 22 horas el hecho mantuvo pendiente al planeta entero. No hubo una sola cadena de noticias local e internacional que no haya cubierdo el denominado día “D”. El alcance informativo era masivo y sin fronteras en esos momentos. Luego, “los 33” fueron entrevistados para transmitir su testimonio de supervivencia humana. Aparte recibieron una lluvia de premios, condecoraciones e invitaciones. Inclusive varias casas editoriales y productoras les ofrecieron publicar y llevar al cine su gesta.
Casi seis meses después las preguntas son: ¿Qué ha pasado con ellos? ¿A qué se dedican? ¿Cómo es su vida ahora? Hay tanto aún por conocer. Lo poco que se sabe es que su historia ya fue publicada bajo el sello de editorial Aguilar en un libro titulado “Los 33”, cuyo autor es el periodista Jonathan Franklin. Además, 11 mineros siguen con apoyo psicológico; y Mario Sepúlveda, quien era el más expresivo, recorre actualmente Estados Unidos promoviendo actos filantrópicos.
Se debe respetar la vida privada de los mineros, pero es incuestionable la importancia de su historia. La operación de rescate fue un éxito porque hubo un esfuerzo conjunto donde todos trabajaron por el mismo fin: salvar a los mineros. “Los 33” demostraron que, cuando hay unión, disciplina, fe, esperanza y amor, todo es posible. Destacaron la habilidad de supervivencia del ser humano y confirmaron que los reales héroes no son los políticos, las celebridades, los grandes empresarios ni los inventores, sino la gente común.
Millones de personas se identificaron con esta historia: reveló las injustas condiciones que afrontan los ciudadanos que trabajan día a día para sacar adelante a sus familias. El mundo está lleno de estos héroes que son los verdaderos motores del planeta.
Por ello, es primordial hacer seguimiento a noticias positivas como esta, que motivan y empujan al progreso de la población. Ahí está la responsabilidad social de los medios de comunicación: proveer a la ciudadanía de contenido que le ayude a encontrar soluciones y a mejorar su calidad de vida.