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El Telégrafo

Martí, el maestro

21 de enero de 2013

El próximo 28 de enero se conmemora con unción un nuevo año del nacimiento de José Martí, el apóstol y maestro que entregó su vida por la independencia de Cuba, su Patria.

Coincidentemente, ese mismo día se recuerda con rabia y tristeza en el Ecuador y en América el aniversario del asesinato de nuestro general revolucionario,  Eloy Alfaro, a manos de la recalcitrante derecha que terminó con su vida en una "hoguera bárbara".

No es casual esta coincidencia porque son dos gestores del destino común que hermana a dos pueblos que hoy caminan hacia un mismo destino de integración, a través del ALBA.

Lo llamaron a José Martí el maestro porque consagró su vida a la enseñanza de lo que debe ser un luchador incansable, hasta entregar su vida, por la causa de la independencia de Cuba.

Desde temprana edad (y tan temprana como que a los 17 años sufrió la cárcel y la primera deportación) abrazó la vocación de luchar hasta llegar a la "guerra necesaria" que fue donde sucumbió por una bala asesina, regando con su sangre la semilla fértil del anticolonialismo.

En toda su historia la nación cubana ha sido ejemplo de lucha por la soberanía y la dignidad y por siempre han mantenido la voluntad martiana de la rebeldía contra la ignominia de la opresión.

Martí era un pensador profundo que le dio sentido de pertenencia al continente al que bautizara como  Nuestra América, hablando de la Patria Grande.

Más que un guerrero, que por las circunstancias así fue como sucumbió, era un guía espiritual e intelectual de los combatientes que luchaban contra el yugo español.

Con toda justicia los cubanos revolucionarios contemporáneos, con Fidel Castro a la cabeza, adjudican a José Martí el carácter de "autor intelectual" de su lucha por la segunda independencia del coloniaje imperial que no se resigna por haber perdido la ambiciosa pretensión histórica de anexar a Cuba a los Estados Unidos.

Al conmemorarse 160 años del nacimiento del maestro, cabe recordar que nunca cejó de enseñar y propagar en su pueblo, aún después de morir en combate, el valor que significa la perseverancia por las ideas de libertad y de justicia.

América mantiene una eterna deuda de reconocimiento y gratitud por las enseñanzas de firmeza ideológica y dignidad que dejó José Martí, el maestro.

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