Facilitó la ciudadanía de Assange y se cuestiona su gestión en el caso del secuestro de los periodistas de El Comercio. No es la exfuncionaria favorita ni de Lenín Moreno ni de Rafael Correa. Pero ahí va María Fernanda Espinosa rumbo a la OEA, sumando simpatías forasteras.
Ecuador apoya a Luis Almagro, que llegó a la OEA en 2015 y que este marzo buscará la reelección. Es también el candidato de Colombia, Brasil, Uruguay y EE.UU.
Pero Espinosa no necesita ser profeta en su tierra. Su candidatura fue presentada por San Vicente y las Granadinas, que a pesar de sus 110.000 habitantes tendrá el mismo peso electoral que los otros 33 países miembros. Aseguró el compromiso de Antigua y Barbuda y por estos días se teje un cabildeo para lograr el respaldo del bloque caribeño que agrupa a 15 países y que se siente marginado por Almagro. Para ganar la elección necesita 18 votos.
Espinosa empezó el año metiéndose al bolsillo a domicilio al presidente argentino Alberto Fernández, muy a pesar de la rabieta allá en Bélgica. Luego avanzó a México a la Cumbre de la Celac donde también consiguió la bendición de López Obrador.
El cariño fue tal que el gobierno organizó una reunión para que exponga su plan a la élite de la diplomacia mexicana y tuvo carta abierta para reunirse con los cancilleres de la región. Un tercer candidato, el peruano Hugo de Zela, también estuvo en México pero su visita fue muy corta y más bien voló a Chile a conversar con Piñera, que parece alejarse de Almagro. Mientras tanto Alicia Bárcena, la secretaria de la Cepal, endosaba públicamente a nuestra compatriota.
Los gobiernos de izquierda buscan una OEA menos severa con el régimen de Nicolás Maduro y en la que EE.UU. ejerza menor influencia. Espinosa luce neutra y sin el estigma de ningún gobierno porque viene arropada por la bandera de la ONU. Tendrá el aporte de Nicaragua y está a un puñado de votos de instalar su diplomacia camaleónica en Washington al menos hasta 2025. Ya sorprendió en 2018 cuando llegó a la Asamblea General de la ONU y bien podría lograrlo otra vez. Nos guste o no. (O)