Si usted no ha soñado despierto con la invención de la máquina del tiempo, entonces no es una persona normal. Para los normales, les tengo una buena noticia: la máquina del tiempo existe y usted la puede comprar o pedir prestada.
¿Han visto alguna vez las escasas estrellas del cielo de Quito o el cielo estrellado en el páramo? Pues no respondan que sí porque mienten. Ustedes, lean bien, nunca las han visto en el presente. ¿Saben por qué? Porque las estrellas o galaxias que creen ver o bien están extintas o bien ya no están ahí, donde usted cree que las ve.
Voy a ponerles un ejemplo de lo más sencillo: las imágenes de las cinco galaxias llamadas Stephan’s Quintet nos llegan a los ojos a través de la luz, y la luz debe viajar desde esas galaxias hasta nosotros para ingresar por nuestro nervio óptico y ser interpretadas (decodificadas) por el cerebro. ¿Cuánto tarda en llegar la imagen de las Stephan’s Quintet a través de la luz hasta nuestros ojos? Pues tan solo 280 millones de años.
El telescopio es, literalmente, una máquina del tiempo, porque cuando a través de él vemos a estas galaxias, lo que vemos es lo que eran esas galaxias hace 280 millones de años, y tendremos que esperar 280 millones de años para saber cómo lucen el día de hoy. Quizá hoy ni siquiera existan, pero tenemos una certeza: hace 280 millones de años existieron.
En millones de años algo similar sucede con las estrellas. Es decir, lo que debemos calcular es la distancia entre nosotros y su masa y el tiempo que tarda la luz en llegar hasta nuestros ojos y, por fin, sabremos, por ejemplo, que tal o cual estrella que vemos en verdad es la imagen de esa estrella hace cuatro mil años.
Pongámonos soñadores: ¿se imaginan un planeta inteligente con extraterrestres a 230 millones de años luz? Pues si ellos utilizan hoy (reitero, hoy) un telescopio avanzado que les permita ver la vida en la Tierra, no nos podrían ver a nosotros, sino que verían un velocirraptor enfrentándose a un triceratops, en una ladera de un campo jurásico, mientras una bandada de pterodáctilos recorre el aire.
Pues sí, así de complejo es el mundo, así de fascinante es el universo y pese a ello, el 99,9% de la humanidad mira las estrellas sin conocimientos conceptuales tan básicos. Algunos dicen que es mejor no saber y que así viven tranquilos. Otros, los que sí quieren saber y saben, son los que gobiernan el mundo. (O)