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El Telégrafo
Alejandra Borja

Mal - trato

09 de septiembre de 2021

Todos en algún momento de la vida hemos recibido malos tratos, pero en una relación se cree que violencia es únicamente el grito, el insulto, el golpe; cuando en realidad ese es el límite, cuando ya no han podido mediante imposiciones, chantaje, manipulación o humillaciones controlarnos.

Hay maltratos “sutiles”, incluso aceptados y replicados por nosotros mismos, pero eso no significa que estén bien, que no ofendan, que no dañen.

Es maltrato cuando te piden que no trabajes, o quieran pagar todo, para que dependas, para someterte, para que no tengas un sustento ni a donde ir, o para dominarte y sacarte luego en cara lo malagradecido que eres, después de todo lo que te han dado.

Maltrato es que te impongan qué decir, cuándo callarte, qué comer, cómo vestirte, qué pensar, a dónde ir, qué películas ver, qué, cuándo y cómo debes hacerlo. Esto te anula como persona, porque tienes que actuar como el otro quiere para no hacerlo enojar, para tenerlo “contento”. Con el tiempo no sabes qué te gusta, qué quieres, quién eres, porque todo lo que haces lo haces por él y como él lo quiere.

Maltrato es que te obliguen a hacerte cargo de todo en la casa, aunque también trabajes, a estar arreglado, delgado, a estar disponible siempre que el otro te necesite, también para cuando a él le den ganas, porque sino no “le cumples” como debes. Aunque el otro no haga nada por ti o por tus necesidades.

Maltrato es que te humillen, incluso con bromas frente a sus amigos, que te digan que no haces nada bien, que estás feo, viejo, gordo. Que no eres lo suficientemente bueno para el otro, porque te “falta” ser más inteligente, divertido, dócil, organizado, maduro o joven, porque no tienes o eres “eso” que a él le gustaría: senos grandes, ojos verdes, o un modelo de pasarela, no importa que el otro sea calvo, arrugado o gordo.

Maltrato es que te pidan perdón aclarando que tú provocas su ira, porque él es así, su tono de voz es así, él no puede controlarse, porque tú no cambias, porque tú deberías mejorar. Él lo hace todo bien, él no se equivoca.

Maltrato es que te manipulen y te alejen de tus amigos, de tu familia, porque ellos te quitan tiempo, plata, porque son “mala influencia”, porque no “valen nada”. Que te celen con todos, y que no quieran que tengas amigos del otro sexo porque entre hombre y mujer no puede haber ninguna relación en la que no exista un deseo de por medio.

Maltrato es que no le guste que salgas, pero él si sale solo, él puede llegar al día siguiente. Y no puedes enojarte, no puedes reclamar nada que no te guste, porque eres un exagerado, un histérico, porque te vuelves insoportable con la regla, porque él no ha hecho nada malo.

Maltrato es que quiera convertirte en su accesorio, usarte, lucirte, manejarte y montarte como a su automóvil, a su antojo.

El amor no todo lo puede, ni todo lo soporta, ni todo lo perdona. Aquí no hay blancos o negros, un maltratador puede ser un excelente padre, una amiga, un brillante ejecutivo, un familiar o una profesora.

Pero existe una tendencia, el 65% de mujeres ecuatorianas hemos sufrido violencia de género en algún momento de nuestra vida, versus el 15% de los hombres. “No todos los maltratadores son machistas, pero todos los machistas son maltratadores.”, dice Marina Marroquí, víctima de violencia de género y educadora social.

Rompamos la cadena, construyamos relaciones desde el respeto y la reciprocidad. No admitamos malos tratos, ni los repliquemos, peor frente a nuestros hijos perpetuándolos. Los malos tratos destruyen la autoestima de una persona, la aíslan y conducen a la violencia física e incluso la muerte.

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