Pasé buena parte de la cuarentena deambulando en una Buenos Aires desierta de sentido común, para ver si la encontraba. Solo me di con su estatua en San Telmo, pero las estatuas no hablan. Al menos por ahora.
Después pensé en hallar a Quino, y caí en la cuenta que se mudó a un pueblito de su natal Mendoza y que “la cuarentanga” me impediría a hacer el viaje para hacerle a él la pregunta que le hubiese hecho a Mafalda: ¿Qué tienes para decir en esta era pandémica? Justo ella, que se cansó de pedir que paren en el mundo que se quería bajar… cuando el Mundo se parecía a otra cosa.
Ahora nos quedamos todos a bordo y listos para entonar las estrofas de nuevo Himno Nacional que no será otro que el tango “Desencuentro”. Ese que dice “Estás desorientao y no sabés ni qué trole hay que tomar para seguir…”
“La cuarentanga” expirara por “default” en unos días, semanas o meses, pero la(s) pandemia(s) ahí estarán listas para ser enfrentadas. La del covid-19 que como se vio no perdona ni a los neofascistas como Jair Bolsonaro, al que le deseamos desde aquí pronta recuperación, para poder seguir riéndonos (por no llorar) un poco más, y la otra: la económica. Cuya curva está peor que la de coronavirus.
Por eso, ante la carencia de políticas, ante la escasez de cuadros que piensen en soluciones aquí y allá, la carencia de aquellos que le pongan cabeza a la situación, ya no sabía a quién recurrir. Los inteligentes vienen disimulando muy bien su condición a través del Zoom, vehículo ideal en tiempos pandémicos. Andamos huérfanos de ejemplos. Ni Poder Judicial para presentar un habeas corpus para que aparezca. Solo ella, cual “Wonder Woman” del postmodernismo des-ilustrado, podría darme un consejo o pegar el grito que nosotros no nos animamos a dar.
Pero fracasé. No pude dar ni con ella ni con su creador, Quino, que el próximo viernes cumplirá 88 creativos años. Fue “Passarella”, apodo de un muchacho que desde hace años vive en las calles de San Telmo, viajando con Corto Maltese e interpretando el mundo con Mafalda, cuando descansa de los filósofos y del alcohol bebible con el que mantuvo a raya el coronavirus, quien me abrió los ojos: “José, no jodas, si la leíste hasta el cansancio…”
Y no le faltaba razón. Si Mafalda apareciera nos dejaría su máxima de la hora: “Abran el mundo que quiero salir…”. (O)