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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Lucio: Un albañil libre, de malas costumbres

11 de agosto de 2016

La historia de Lucio Urtibia es simple: campesino pobre, nació en un pueblo vasco que lo guarda en su memoria. Cuando estaba muy joven, su padre fue a la cárcel por simpatizar con los revolucionarios. Lucio, entonces, escuchó por primera vez una palabra que le cambió la vida: “Anarquista”, y se hizo radical.

Lucio entró al ejército español, robó al almacén y vendió la mercadería en Francia. Descubierto, para no enfrentar el pelotón de fusilamiento, huyó a París donde trabajó como albañil. Allí contactó con los anarquistas y se convirtió, no en uno más, sino en el más destacado. Como necesitaba dinero para las organizaciones revolucionarias,  empezó a buscarlo en los bancos, armado de metralleta, pero pronto ordenó a todos los comandos suspender esas operaciones: “No estaría bien lastimar a un empleado de banco.”

Luego descubrió que era un gran artista. Pero no para exponer en el Louvre, sino para falsificar documentos y empezó a ayudar a los revolucionarios que cruzaban fronteras en Europa para escapar de las garras franquistas. Y si era capaz de falsificar, ¿por qué no pensar en dólares?  El negocio marchó tan bien, que viajó a Cuba y le propuso al Ché inundar el mercado mundial con dólares falsos. Antes, a propósito de la invasión a Bahía Cochinos, les había propuesto dinamitar los intereses norteamericanos en Francia. El gobierno cubano no fue capaz de tanto, y Lucio abandonó, cabizbajo, todo contacto con la isla.

Volvió a falsificar moneda. Pero Lucio, estratega, supo que si los detenían con dólares falsos no saldrían nunca de la cárcel. Así que minimizó riesgos y pensó en un objetivo grande: En el City Bank. Artista, como era, logró falsificar cuarenta millones de dólares en cheques viajeros que se cobraron en distintas capitales de África, Asia, Europa y América, por numerosos comandos, todos a la misma hora. Con ese dinero financió grupos revolucionarios en ambos lados del Atlántico. Lucio soñaba con la revolución planetaria.

Cuando el City Bank ya tambaleaba, Lucio fue descubierto y enviado a la cárcel. Pero era tan poderosa la organización, que el Banco pidió negociar, y Lucio aceptó: El City Bank retiraba la denuncia, garantizaba la libertad de Lucio, y pagaba una altísima suma a cambio de que los anarquistas cesaran en su acción.

“Hoy, en mi casa, no tengo nada porque puede venir la policía. Pero si viene un revolucionario, siempre tendré más de una idea para darle”, dice Lucio, el hombre que a los 86 años sigue brillante y fuerte como un roble imbatible.

En ajedrez, también solo es eso: la idea materializada en el campo de batalla:

                                                1….Dd1+ 2: Rxd1, ag4 + doble; 3: Re1, Td1 mate.

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