La lucha nos hace seres de otro mundo. Cada momento la naturaleza es lucha. La lucha es tomar la decisión de luchar para convertirnos en seres magníficos. La batalla nos hace más humanos. La lucha es tomar el camino del esfuerzo. En la lucha verdadera no hay victoria, solo crecimiento.
La primera lucha que conocemos y aprendemos en la vida es la de la Madre. Mamá con su hijo en el vientre luchando porque la vida que habita en sus entrañas sobreviva, continúe, se aventaje cada día. En la lucha con su bebé por la vida, la madre nos enseña a luchar. La madre sabe que solo luchando, cuidando el amor que lleva dentro, verá coronar su esfuerzo.
Aprendí de mi madre a luchar, en su vientre portentoso me incitaba a luchar. Todos tenemos la misma historia: cada hijo una lucha, cada hijo la alegría antes y después de luchar. Sin el ejemplo de lucha de la madre sus hijos no lucharíamos, no sabríamos cómo. Cada chorro de leche materna es un manantial de lucha para alimentarnos de vida sana, buena y perfecta que lo recordaremos hasta la muerte.
Me hacía caca: me limpiaba, me aseaba, me echaba talco, como a usted también, porque las madres son iguales. Así fue conmigo, contigo y es con el último que nació hace un par de segundos.
Para muchos, la madre ya no está. Pero como el amor nunca muere, nunca muere la madre. Nunca se olvida a la madre. La luz madre de la noche; la noche madre de los perfumes; la dulzura madre de nuestros deseos; los deseos pariendo madres que aman a sus hijos, hijos aprendiendo a vivir desde la lucha por vivir y la lucha por el amor.
Me encantan las familias numerosas, los hogares llenos de hijos que corren y revolotean, que desarman y destruyen todo lo que encuentran para que la vida vuelva a nacer, y en medio de todo ese revolotear: la madre, como centro de la vía láctea de los anhelos y cuidados. Madre es luchar. Gracias, madre, por todo lo que me enseñaste. De todo lo valioso, lo más grande fue que me enseñaste a luchar: lo aprendí de ti, no lo olvidaré. Aquí estoy recordándote y festejándote hasta siempre. Feliz día, mamá. (O)