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El Telégrafo

Los únicos perdedores de la marcha

31 de marzo de 2012

La “prensa independiente”, eje de la oposición, con sus columnistas, desde los preparativos de la marcha indígena, se anticipaba a calificar de éxito ese acontecimiento de protesta. Hoy a su término no cesa de elogiar a los “heroicos” organizadores de esa caminata.

Esos mismos articulistas, cargados de odio contra el régimen, sin dejar de reconocer la multitudinaria movilización de ecuatorianos en defensa de la democracia, aseguran que se ha perdido el miedo a Rafael Correa e inaugurado el principio de un pronto final del Gobierno.

Las dos marchas alcanzaron sus propios objetivos, la indígena, demostrar, aunque disminuido, su poder de convocatoria, y la de Alianza PAIS, la firme decisión de apoyar con todos sus recursos y energía el proceso de la Revolución Ciudadana.

La dirigencia de la Conaie, en pleno ejercicio de su derecho, plantea temas como el agua, acceso a la tierra, minería, transporte comunitario, entre otros, desde su ángulo, pero se aparta de la posibilidad del diálogo.

Hay que entender que la verdad no es exclusiva de un determinado sector. La verdad tiene diversas direcciones. Conversar con sinceridad evita contratiempos y daños irreparables en la sociedad.

La marcha terminó con un desenlace adverso, porque en el tramo final se transformó en campaña electoral. Se incorporaron -con y sin invitación- emepedistas sin norte, traidores, resentidos, entre otros, que habiendo caído en el desprestigio pretenden recuperar relevancia con fines electorales.

Por declaraciones de dos asambleístas se revelaron presuntas candidaturas presidenciales con el supuesto apoyo de la Conaie, y hasta incluyeron en la propuesta temas fuera de la agenda indígena.

Alianza PAIS, con la participación de sus afiliados, tras observar el avance de la gran obra social del Gobierno, se movilizó en todo el país para defender la democracia de los golpistas que agazapados se infiltraron, pero al final fueron desenmascarados y se convirtieron en los únicos perdedores de la marcha indígena.

En el sector indígena hay dirigentes tercos y sediciosos, pero hay otros con sentido de tolerancia e interesados en servir al país. Las marchas marcaron un acercamiento, pero falta la comunicación. El diálogo implica ceder en algunos de los puntos en conflicto para llegar a resultados consensuales o soluciones compartidas. Hacer patria no es gritar, sino obrar por el bien común.

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