La reforma tributaria que entró a sanción presidencial por ministerio de la ley hizo que los empresarios e industriales del Ecuador pusieran el grito en el cielo por el efecto negativo en sus negocios, que sumados a los TLC suscritos por Colombia y Perú terminan siendo una especie de estocada final para el empresario ecuatoriano.
¿Tendrán razón? Pues si lo vemos desde su punto de vista, claro que la tienen. ¿A quién, que tenga una empresa, sea industrial o comercial, no le gustaría que su negocio sea más próspero y rentable?… A cualquiera, y eso
es válido, al fin de cuentas este es un país libre y a nadie se le puede criticar por sus aspiraciones.
Sin embargo hay que tener en cuenta que los TLC benefician a algunos y perjudican a otros, que los gobiernos tienen el deber de privilegiar los intereses del país como un todo y que los TLC, aunque tienen ventajas, también tienen desventajas.
Podríamos decir que cada quien tiene razón según sus intereses, pero para llegar a esa conclusión vale la pena ver si se justifica tanta preocupación porque los vecinos tienen TLC y Ecuador no. En lo personal me apena pensar en las consecuencias que esto tendrá a largo plazo para Colombia, país que goza del “privilegiado” puesto número tres de desigualdad en el mundo después de Haití y Angola. ¿De qué sirve tanto crecimiento económico si los ingresos quedan en pocas manos? Los impuestos que pagan esos pocos por sus ingresos no han logrado mitigar de forma considerable la pobreza ni los problemas de un país que se ve en la necesidad de presentar su nuevo “plan de guerra”.
La desigualdad es tan negativa en la percepción ciudadana, que por eso los peruanos votaron por Humala para la presidencia, a pesar del impresionante crecimiento económico del Perú; y tan negativa que en Bogotá perdió las elecciones a la alcaldía, el candidato con mayor proyección por cuenta de una alianza con el ex presidente Uribe, a quien se debe la medalla de bronce de la desigualdad para Colombia.
Los TLC no pueden ser lo mejor cuando tienen el poder de aumentar la desigualdad, aunque pongan al Gobierno ecuatoriano a tomar medidas de choque para contrarrestar sus efectos y proteger a sus empresarios. Los países que suscriben estos tratados en condición de superioridad, cambiaron sus matrices productivas mucho antes de pensar en los acuerdos de libre comercio, lo que obliga a que sean hoy otros los que reprimaricen sus exportaciones y hagan camino al andar, puesto que ni infraestructura tienen para afrontar el reto. (Continuaremos)