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El Telégrafo
Mariana Velasco

Los riesgos de envejecer

26 de abril de 2023

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, OMS, la vejez, representa una construcción social y biográfica del último momento del curso vital y comprende las últimas décadas de la vida de un individuo, con un punto final marcado por la muerte. Es indispensable, un llamado a generar una cultura local que respete la dignidad del adulto mayor.

Aunque la vejez implica un deterioro orgánico gradual, son las condiciones de vida previas y los factores genéticos los que determinarán una evolución favorable o no de esta etapa. A muchos, les cuesta hacerse mayores y el miedo a envejecer, es una constante en sus vidas; están conscientes qué más compasión genera un niño que un viejo. Según el organismo internacional de salud, entre los años 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 años se duplicará; pasará de 605 millones a 2000 millones en el transcurso de medio siglo.

Llegar a la tercera edad o a la de oro, puede ser un privilegio pero con ella, llegan también nuevos requerimientos que no todas las familias están dispuestas o en capacidad de suplirlas. En Europa y Estados Unidos, los gobiernos luchan porque no se convierta en una problemática social. Ecuador, comienza a experimentar esa realidad.

La vejez o senectud es una etapa vital, el envejecimiento es un proceso que comienza desde la concepción. Entonces, la vejez sería la última fase del proceso de envejecimiento. De pronto, sentir en hombros y piernas toda la carga de la vejez, implica qué las familias deben pensar y planificar el bienestar físico, psico emocional, familiar, relacional y espiritual de su ser querido. Nada debe quedar suelto.

Como en todo, también hay excepciones en las etapas de la vejez: personas independientes, interdependientes, dependientes y muy dependientes. También están los positivos que afirman que la edad es un número y que lo importante es tener salud, cuidarse y mantenerse activos, toda vez que el proceso de jubilación cada vez se alarga más en el tiempo.

Ayudar a alguien a permanecer en su propia casa, a sentirse independiente y a tener la dignidad de vivir sus últimos días en su propio entorno debe llenarnos de alegría pero no siempre es factible. Ellos necesitan amor, compasión y comprensión.

En Ecuador, era impensable hace cuatro o cinco décadas que un adulto mayor pueda permanecer fuera de su hábitat y entorno familiar pero  el vértigo de la vida, el mundo globalizado y la pandemia del Covid 19, marcaron la génesis  de residencias y guarderías  para el cuidado a personas adultas mayores sanas e independientes o con discapacidades en sus diferentes estados de salud, con la finalidad de proporcionarles servicios y atención personalizada para que mejoren su calidad de vida en diferentes ambientes propicios a cada grupo.

La población de adultos mayores requiere de una atención integral y de calidad para retardar su deterioro psicofísico para prevenir la aparición de enfermedades o discapacidades, a través de terapias apropiadas. Sin duda el mayor trabajo debe fundamentarse en crear conciencia en el paciente sobre el deseo de vivir en forma útil y agradable para los suyos y la sociedad. Los gerontólogos recomiendan que deben primar los criterios preventivo y curativo al brindar asistencia médica, social, psicológica, ocupacional, recreativa realizando actividades planificadas de acuerdo a sus habilidades y destrezas, así como de relaciones humanas.

El hecho de requerir de servicios profesionales aptos para el cuidado como el de enfermería profesional certificada, además de personal especializado -dependiendo de las necesidades- cocina, baño, cambio de pañales, vigilar su salud, llevarlas a las tiendas de comestibles y a las citas médicas, o la alternativa de ubicarlo en un centro gerontológico, requiere de un presupuesto específico que no todas las familias están al alcance de realizar.

En su forma más simple, el problema tiene dos vertientes: muchas personas mayores van a la quiebra por pagar los cuidados a domicilio o en centros gerontológicos, y los cuidadores procuran sobrevivir con los bajos salarios porque a un porcentaje muy alto del segmento poblacional-adulto mayor- al carecer de seguro social o privado y una pensión básica, no le alcanza para pagar un salario justo y digno.

Hace más de una década (2010), en nuestro país existía: 1.049.824 personas mayores de 65 años de una población total de 14’483.499, convirtiéndose el grupo de población de 60 años y más como el de mayor crecimiento en Ecuador hacia el 2065. El Instituto Nacional de Estadística y Censo, INEC, garantizó la entrega de los resultados preliminares del censo del 2022, a finales de mayo de este año. Solo ahí sabremos nuevos datos oficiales.

Cuando los responsables políticos y los académicos afirman que la sociedad no está preparada para afrontar todos los retos relacionados con el envejecimiento que se nos avecinan, el cuidado de los mayores debe ser una de las principales preocupaciones. No hay que olvidar que este segmento poblacional socialmente activo, es sujeto de derechos y de especial protección constitucional, con garantías y responsabilidades respecto de sí mismas, su familia, su sociedad, con su entorno inmediato y con las futuras generaciones.

¿Estado y gobierno, reconocen e internalizan los riesgos de envejecer y todo lo que ello conlleva?

 

 

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