“Busquemos dónde están los restos de Camilo” dijo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos el domingo pasado, tras declarar a San Vicente del Chucurí, Santander, zona libre de minas antipersonas. Es la carta que guarda bajo la manga en la estrategia con el ELN. Como supremo comandante de las Fuerzas Armadas y exministro de Defensa, conocerá muy bien dónde el Ejército enterró los restos de Camilo, y si fueron devueltos en secreto a alguno de sus familiares.
En cuanto a lo primero, ha sido un secreto a voces desde hace muchos años que el cadáver de Camilo fue enterrado en el cementerio de Bucaramanga. Cuando preparaba mi biografía de Camilo, cuya primera edición se publicó 1996, entrevisté al entonces coronel Álvaro Valencia Tovar, quien comandaba la Quinta Brigada, a cargo de Patio Cemento, corregimiento del hoy municipio de San Vicente de Chucurí, en donde Camilo fue abatido.
Al final de la entrevista le pregunté: ¿Coronel, dónde están enterrados los restos de Camilo? Me respondió que era un secreto de Estado. Entonces le dije lo que sabía, lo que me confirmó, pero me pidió que no lo hiciera público por la coyuntura política. Hasta su muerte lo ocultó, sin que a la fecha hayan sido entregados los restos de Camilo.
El año pasado fui invitado por el abogado Eduardo Matyas Camargo a firmar la petición de entrega a sus familiares de los restos mortales de Camilo, que radicó el 25 de noviembre pasado, dirigida al presidente Santos, y otras instituciones gubernamentales, actuando en representación de Inés Castillo Torres, Leonor Muñoz de Correal y de mi persona. En ella se dan los fundamentos fácticos y jurídicos.
Aunque el abogado me autorizó “de la manera más amplia” a divulgarlos, no lo hago por el momento para respetar la confidencialidad, hasta que haya un resultado.
Además queremos informar algo comprobado y no dar pie para que continúen los juegos de hipótesis manipuladas.
En cuanto a si los restos fueron devueltos a la familia, se sabe, en base a documentación, que Isabelita Torres, madre de Camilo, con fecha 21 de agosto de 1968, y con ocasión de la visita del papa Pablo VI a Colombia, le dirigió una histórica y conmovedora carta, impetrando su mediación para la entrega de los restos de su hijo, que quedó sin respuesta.
Entre las razones que aducía, explica: “He sufrido en silencio este rudo golpe sin pedir más consuelo que el que me sea entregado el cadáver de mi hijo para rendirle el piadoso tributo que la misma Iglesia prescribe para sus muertos. Quiero que sus despojos reposen, en el futuro, junto a los míos, en un lugar sagrado”.
Tampoco su hijo Fernando Torres Restrepo recibió los restos de Camilo, como lo afirma en carta que publicó la revista Cromos el 13 de agosto de 2001: “Es completamente falso que Valencia Tovar o alguna otra persona me haya entregado los restos. Mucho le agradecería que esta carta se publicara para que se sepa la verdad de este importante asunto”.
Deseamos que se sepa la verdad, aunque pueda haber sorpresas. (O)