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El Telégrafo
Ramiro Díez

HISTORIAS DE LA VIDA Y DEL AJEDREZ

Los regalos envenenados

04 de febrero de 2016

La hoja de vida de Catalina de Rusia fue la hoja de muerte de otros.

Catalina fue llevada desde algún lugar de la frontera germano-polaca, cuando Isabel, la anterior zarina murió sin dejar descendencia y decidieron casarla con Pedro, el sobrino de la fallecida. Pedro era un pobre tipo que arrastraba una extravagante colección de enfermedades mentales. Para compensar los vacíos de Pedro, Catalina buscaba amantes entre la nobleza y los militares. Y a los pocos meses de casada, la nieve de San Peterburgo se derretía por el fuego que brotaba de su propio lecho, con sus otras compañías.

Pero no todo le resultó fácil. Catalina, absolutista sin pudor, repartía favores pero dejaba a su paso enemigos y conspiradores. A los pocos meses de haber asumido el trono, ordenó a uno de sus amantes que encarcelara y asesinara al Zar Pedro, su esposo. Al morir el Zar, Rusia quedó entonces en sus manos consideradas extranjeras. Esta situación política unió a sus muchos opositores, buena parte de los cuales estaban refugiados en París. Y un día llegó allí, una mujer fantástica, misteriosa, y no se sabe si mentirosa.

Decía ser hija secreta de la Zarina Isabel, la antecesora de la Catalina la usurpadora, y mostró el testamento en el cual la nombraba heredera legítima al trono de todas las Rusias. Decía llamarse Yelizaveta Alekseyevna, haber sido secuestrada de niña y llevada a Persia. Sus ojos azules, su boca frutal y sus facciones perfectas eran suficientes para que todos creyeran su historia. La empezaron a llamar Princesa Tarakanova, y los opositores de Catalina conspiraron para que Tarakanova asumiera el trono.

Cuando Catalina se enteró de la amenaza, exigió su amante el Príncipe Orlov, que viajara para enamorarla. Orlov apareció en las reuniones y sedujo a Tarakanova. Le regaló joyas exquisitas y alguna mansión en Roma. Y a la llegada de un barco ruso a la ciudad Orlov ofreció una fiesta fastuosa para pedir a Tarakanova ser su esposa. Tarakanova asistió, sin descubrir la trampa: el barco ruso era territorio de esa nación.

Fue apresada, y llegó amarrada con cadenas a San Peterburgo, a la Fortaleza de San Pedro y San Pablo. Todo el tiempo Tarakanova pidió socorro, a los gritos, a su enamorado farsante. Por orden de Catalina, la bella Tarakanova fue dejada morir de hambre. Catalina murió 34 años más tarde, de un ataque de apoplejía, y con notable sobrepeso. Nunca nadie supo si la bella Princesa Tarakanova decía la verdad.

Acá la dama blanca también comete un error fatal.

Nolin (USA) Díez (Ecuador)

1: D2R?? ; P6A

2: D1A; A6T y es la tragedia.

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