Cuando mencionamos la palabra “piratas”, seguramente nos vienen a la memoria los libros y las películas de aquellos personajes que atravesaban los océanos y se dedicaban a saquear embarcaciones y puertos, muchas veces dotados de patentes otorgadas por países que patrocinaban a esta especie de capitanes de navíos que hacían la vida imposible para quienes transportaban las riquezas que extraían de sus colonias para llevarlas a las metrópolis.
Algunos de ellos hasta con un tinte de romanticismo como el famoso pirata Francis Drake u otros que transitaban por El Caribe, se abastecían de carne de tortuga en las Islas Galápagos y depositaban muchos de sus hallazgos en intrincados laberintos a los cuales se llegaba en las aventuras en búsqueda de tesoros con mapas difíciles de descifrar.
Bueno, las leyendas son una cosa y las realidades otra muy distinta, pero la verdad es que todavía existen piratas en el mundo actual y su peligrosidad es tal, que hasta ponen en peligro la economía de los países, la seguridad de los equipos, o también la pesca por la que tanto se esfuerzan los pescadores artesanales o los empresarios.
En las costas ecuatorianas y también de otros países, así como en los estuarios de los ríos, es frecuente escuchar sobre los asaltos que sufren los pescadores, cuando son abordados y despojados de los productos que tanto esfuerzo les ha costado conseguir; en muchos casos pierden hasta los motores fuera borda y se quedan a merced de los vientos en alta mar y hasta pierden la vida en medio de los enfrentamientos que se producen.
Recientemente escuchamos hablar de otra piratería, la que tiene que ver con ilegales servicios de internet, como lo que ocurre en varias ciudades brasileñas, en donde el servicio legal representa apenas un pequeño porcentaje de aquel que brindan quienes cometen ilegalidades. Y hasta se ha acuñado el término “Gatonet”, para referirse a las conexiones de televisión ilegales que financian las milicias en Río de Janeiro.
Pero son también piratas los que cometen ciberataques, los hackers, que penetran en las redes, roban información, cometen ilícitos, se adueñan de contraseñas y pueden generar pánico en los usuarios, llegando inclusive a amenazar a la seguridad de las grandes potencias y de la enormes multinacionales.
Los ataques no son ya solo en los mares y en los océanos, ocurren también en el ciberespacio, las víctimas se multiplican y las leyes no acompañan la marcha vertiginosa del crimen para controlar y castigar a los modernos piratas.