Cualquier vulgar delincuente sale a los grandes medios privados de comunicación para anunciar que irá a los organismos internacionales de derechos humanos a acusar al Gobierno de todos los males del planeta. Y hay seudo periodistas que, por el afán de hacer oposición, se prestan a esas payasadas, dando pantalla y micrófono a calumniadores, asesinos y estafadores para que armen el escándalo disfrazados de ‘perseguidos políticos’. Poco después quedan como lo que realmente son: delincuentes comunes condenados por la justicia ordinaria luego de agotadores procesos legales donde hacen uso y abuso del derecho a la defensa; pero al final les cae la sentencia.
Los más avezados y audaces se mandan a cambiar al exterior donde incluso consiguen el estatus de refugiados por las triquiñuelas de ciertos leguleyos termocéfalos. Un tal Galo Lara se cansó de exhibirse en todos los canales de la oposición mediática y salió rumbo a Panamá con el estribillo de ‘perseguido político’.
El Gobierno de ese país le revocó su condición de asilado para que sea trasladado a la celda segura en una de nuestras cárceles, a fin de que pague por el horrendo triple crimen de Quinsaloma. Así termina el triste capítulo de aquel oscuro personaje de la más baja ralea politiquera y criminal.
Cléver Jiménez y sus dos compinches se perdieron en la selva amazónica y ese ostracismo voluntario es de por sí una especie de privación de sus libertades. Se apagaron las luces del escándalo mediático, no son más las estrellas de esos informativos dedicados a socavar la legitimidad democrática del gobierno de la Revolución Ciudadana. Han sido condenados en última y definitiva instancia como vulgares calumniadores, farsantes y mentirosos. Ya nadie cree en el sonsonete de ‘perseguidos políticos’, por la torpeza de su mala fe y temeridad con que pretendieron afectar la imagen del mashi Rafael.
Jamil también se declara ‘perseguido político’. ¡Qué ‘caretuco’!, la monstruosa quiebra bancaria fraudulenta con la cual se llevaron más de ocho mil millones de dólares de los ingenuos depositantes de la banca corrupta, para este hijo DP no es más que una ‘persecución política’.
Los atracadores de cuello blanco, desde la ultratumba reaccionaria, se preparan para un nuevo zarpazo a la esperanza nacional prendida a los cambios que vive la nación. Imposible desandar el camino de la revolución ecuatoriana.