El poder y la influencia de los Estados Unidos en el mundo no pueden ser soslayados. A pesar de que el país con el sistema democrático más largo e ininterrumpido del mundo tiene amargos detractores, nadie puede negar que ha marcado el rumbo del mundo por más de cien años. La apertura inmigratoria que los Estados Unidos promovió desde 1850, generó un sentimiento de afinidad de los países originarios de los emigrantes y alimentó la idea del sueño americano. De otro lado, su desarrollo industrial, desde finales del siglo XIX, tuvo una influencia determinante en el fomento económico del mundo.
Así mismo, el papel fundamental que los Estados Unidos de América tuvieron en que los países aliados derrotaran a las potencias expansionistas durante la Primera y Segunda Guerras Mundiales le posicionaron como el país líder del mundo libre, posicionamiento consolidado con el triunfo en la Guerra Fría por el que el concepto de una democracia liberal prevaleció sobre la utopía comunista. Más aún, el positivo impacto que los Estados Unidos ha tenido en el mundo como el actor más importante en la generación de la revolución informática y digital le ha ganado la admiración de la comunidad académica y científica mundial y ha aportado fundamentalmente al bienestar de los seres humanos en todos los órdenes de la vida.
No obstante de estos extraordinarios aportes a la humanidad, los Estados Unidos han tenido sombríos actos que minaron su aparente impecabilidad ética. La segregación racial permitida por Ley hasta hace 50 años y reactivada, de facto, frente a un Presidente complaciente; la inmoral ocupación o intervención en Nicaragua, Guatemala, Grenada y otras; las abominables e injustificadas guerras en Vietnam y la segunda, con Irak, han dejado una estela de vergüenza y desprestigio para la nación norteamericana.
Sin embargo, que nadie dude que, en el gran balance histórico, los Estados Unidos de América han tenido un impacto fundamentalmente positivo para el mundo.
La grandeza de los Estados Unidos estuvo seriamente amenazada en los últimos 4 años por un Presidente narcisista, prepotente, demagogo, encarnación de la derecha populista. La democracia más antigua del mundo estuvo comprometida y, ventajosamente, con el triunfo de Biden, la razón ha prevalecido para esperar el renacimiento de los nuevos Estados Unidos. (O)