¡Elecciones! ¡Elecciones! Se lee en la cartelera del teatro. La gente espera con ansias el estreno. Propaganda: “Este agosto, se viene el espectáculo durante varios días. Una obra basada en la vida real de un país que se cae a pedazos. En donde 8 preparan sus mejores caretas con frases esperanzadoras, en donde millones creen que la solución está solamente en esos 8. Este agosto vote y no bote, vote por esos 8 porque al día siguiente todo estará bien. Actores: la heredera; el que ya estuvo, pero dice que no; el que odia al que dice que odia; el new age; el hijo de; el que la chaqueta le da seguridad; el que se reta, pero ya no come naranja; el desconocido. ¡No se la pierda!
Tras el telón, los 8 sudan. ¡Antes estábamos mejor! ¡Antes estábamos mejor! Se memoriza. ¡No me fui en la pandemia! ¡No soy de izquierdas ni de derechas!, se aprende el otro. ¡La culpa es de Correa! ¡La corrupción es solo de Correa! Repasa el tercero. ¡Agua, agüita con el agua todo se soluciona! Dice el cuarto ¡No soy mi papá, pero uso la canción de mi papá! Seguro es buena estrategia, reflexiona el otro. ¡Soy Bukele, hago como Bukele, parezco Bukele! Interioriza el otro. ¡Unámonos todos, no pude con mi partido, pero unámonos todos, SOS! Repite el otro. Por último, ¡No estoy al último, sino en segunda vuelta! Dice el que sí está al último. El telonero les alienta que pronto empezará todo.
La ciudadanía entra. Algunos van a ver la obra porque si no la ven les toca pagar multa. Otros porque es domingo y no hay más que hacer. Otros porque si le aplauden al que creen que será el mejor actor, capaz y los lleva consigo. Otros porque les dijeron que vayan a aplaudir porque es un deber ciudadano.
Tercera llamada, el teatro del CNE les da la bienvenida. Guarden su pensamiento crítico, por favor no lo vuelvan a encender y prepárense.
Sube el telón. Las frases repasadas empiezan. Las frases moldeadas se expresan. ¡Esto haremos, esto haremos, esto haremos! dicen algunos. ¡La culpa es de los otros!, dicen algunos, que son los culpables también para los otros. La gente aplaude.
En el fondo, dos niños obligados a ver la obra por sus padres no aplauden. La conversación de ellos:
- ¿Por qué solo se atacan entre ellos y no reconocen la bondad del otro?
- Porque es más fácil ganar sabiendo quién es el enemigo- le contesta.
- ¿Por qué no reconocen en que se equivocaron antes de ver el error en el otro?
- Porque es más fácil ver los errores en el otro.
- ¿Y si cada uno habla de representar al pueblo y son 8, hay 8 pueblos?
-No sé, capaz que sí.
- ¿Y no pueden ponerse de acuerdo ya que tienen todas las soluciones?
-Mientas memoricen, mientras repitan, mientras todo gire alrededor de uno, no creo.
Los niños salieron y no aplaudieron.
Ojalá tengamos esa inocencia de volver a pensar, creer y crear.