Cuando Lucio Gutiérrez calificó de ‘forajidos’ a las/os manifestantes quiteños, nunca se imaginó que ellos/as le devolvieran el estigma con un sarcasmo: “Somos Forajidos”. Y que identificándose orgullosamente como tales siguieran movilizándose hasta la caída de su gobierno el 20-04-2005.
Algo parecido ha sucedido hace poco cuando el candidato de derecha a la Presidencia Guillermo Lasso, en un alarde de arrojo, le pidiera algo inusual al colectivo Rafael Contigo Siempre, promotor de la consulta popular a favor de la reelección del presidente Rafael Correa. Individualizando y feminizando como ‘La Pame’ a este colectivo, para subordinarlo y reducirlo al insignificante rol de ‘parapeto’ de Correa, Lasso le ordenó: “…venme a ver que yo quiero firmar porque quiero verlo a Correa en la arena electoral”, disponiendo seguidamente que “…todos los partidarios de CREO…sin miedo vayamos a firmar por la consulta”.
En este inusitado desplante, Lasso se pintó a sí mismo como el hombre valiente y el ganador de la ecuación, el futuro Presidente, contrastándola con la imagen de Correa a quien representó como cobarde y un perdedor, ciertamente, nada consistente con su trayectoria. Según él, “el Presidente tiene miedo, por eso, juega y juega con amenazas”; “no tiene el valor de ser candidato”; “…sabe que va a perder las elecciones”.
Sin embargo, en un acto fallido, Lasso justamente reveló su miedo inconsciente a esta posibilidad, al convocar a CREO para que sin miedo firme para la consulta, es decir, superando el miedo, sobreponiéndose a esa “sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario”, como lo define la lengua.
Tampoco se imaginó Lasso que su minimización del colectivo sería respondida por este con un sarcasmo. Asumiendo su rol subordinado, obedeció la orden de Lasso. Fue al local del movimiento y en una burla mordaz le dijo: “Aquí estamos atendiendo al llamado para recolectar su firma y la de los afiliados de CREO”. Y vía redes sociales: “…por favor espero me indique el día, hora y dirección para recoger su firma por el referéndum”.
En este punto, todo el alarde de valor de Lasso se derrumbó, evidenciándose la farsa, lo hueco de su discurso. Su palabra no fue cumplida por él; su orden no fue obedecida por los/as militantes de CREO que rechazaron y criticaron la presencia del colectivo en las inmediaciones de su local partidista. Es decir, su autoridad como dirigente quedó en ridículo. Pero, además, su respuesta fue el silencio. Quien salió a responder fue un coideario al que no se le ocurrió otra cosa que insistir en los ‘miedos’ de Correa y aplicar los estereotipos machistas a las dirigentes del colectivo tratándoles, en suma, de ‘tontas’ porque no captaron la ‘ironía’ del candidato.
Esta respuesta, sin embargo, hizo más evidente el apabullante silencio de Lasso. La inconsistencia de su actuación puso al desnudo todo lo contrario al valor que dijo encarnar: su miedo real a que Rafael Correa sea un potencial contendor en las elecciones de febrero de 2017. (O)