A la orilla de un manicomio, unos muchachos rubios estaban pateando una pelota. —¿Quiénes son? —preguntó un niño. —Locos —le susurró el padre—. Ingleses locos.
Los primeros barcos que trajeron el fútbol a Sudamérica en el siglo XIX fueron una manifestación del vasto imperio comercial británico. Estas embarcaciones provenientes de Manchester llegaron a las costas sudamericanas del océano Atlántico, cargando pelotas, camisetas, botines, gruesas canilleras y pantalones que llegaban desde el pecho hasta más abajo de las rodillas. Las viejas fotos en color sepia mostraban a los guerreros formados para la batalla, con armaduras de algodón y lana. Los navíos traían los manuales, las reglas e incluso imponían el idioma para su juego. Esta diversión importada escapó de su alta maceta del norte, descendiendo hacia la tierra del sur. El fútbol, inicialmente un entretenimiento exclusivo de las élites locales, no tardó en conquistar a las masas trabajadoras.
La fecha FIFA de octubre trajo consigo un nuevo episodio en las Eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo 2026. Argentina y Colombia se despegan en solitario en la tabla de posiciones con 22 y 19 puntos respectivamente, confirmando el buen momento que viven ambas selecciones. Uruguay, con 16 puntos, pagó con un empate y una derrota, en un momento agitado que vive la charrúa por detalles “extrafutbolísticos”. Con la misma cantidad de puntos, Brasil retoma la senda del triunfo, con la presión histórica de recuperar su “jogo” y poderío. Ecuador, con 13 puntos, sufre una jornada gris de doble empate, empañada por la falta de gol. Por otra parte, Paraguay, con los mismos puntos, parece recuperar la ilusión con la llegada de Gustavo Alfaro. Siguiendo, y con 12 puntos, Bolivia empieza a dar pelea y sorpresa con pocas estrellas pero con convencimiento. Y al final de la tabla, los que parecen sufrir desde el campo y fuera de él: Venezuela cae luego de un buen inicio, mientras Perú y Chile viven lo peor sin recambios generacionales que estén a la altura de la competencia. En noviembre se jugará la última fecha del año de las Eliminatorias sudamericanas; el camino aún es largo e incierto.
—¿Por qué les llamas locos, papá? —insistió el niño—. Esa locura no le da nada a nadie, salvo que hace al hombre volver a ser niño por un rato, jugando como lo haría con un globo o como el gato con el ovillo de lana; globo que se va al aire y el ovillo que rueda, juegan sin saber que juegan, sin motivo, sin reloj y sin juez.