Ahora mismo una persona podría recibir asistencia psicológica por medio de su computador y sin importar la hora ni la lengua, escuchar en traducción simultánea y en cualquier idioma la conferencia de un gurú de la física cuántica, oir la programación musical de una radio sin locutores humanos, obtener resultados de tareas específicas que utilizan información rebuscada sobre cualquier tema, ser transportado en un automóvil sin conductor de carne y hueso, todo esto y mucho más es posible obtenerlo usando aplicaciones de Inteligencia Artificial (IA), mediante la combinación de sistemas computacionales, datos y algoritmos o códigos avanzados.
Con los potentes buscadores de la Internet y las distintas redes sociales ya teníamos bastante para sorprendernos y sentirnos “conectados”, por su efectividad para ubicar información de interés en un mar de repositorios de todo el mundo. La Internet cambió muchas cosas gracias a las facilidades que brinda para el intercambio libre de información entre millones de usuarios en todo el planeta. Pero la irrupción reciente de la Inteligencia Artificial nos coloca un paso más adelante en el uso de información con aplicaciones prácticamente ilimitadas e insospechadas. De alguna manera pisamos en mundos literarios y distópicos imaginados tiempo atrás y que constan en obras como 1984 de Orwell, The Game de Baricco, La Sabana de Bradbury. Debido a la Inteligencia Artificial la dinámica social y personal de nuestro tiempo se desarrolla a través de retos intelectuales que a su vez ponen a prueba no pocas consideraciones éticas y morales.
En el libro “El futuro de las profesiones” (2016), Richard y Daniel Susskind alertaban de la forma cómo la tecnología de la Internet y la Inteligencia Artificial transformarían el trabajo de los expertos humanos en varios campos del conocimiento, como la educación, la medicina, la abogacía, la comunicación. Muchos trabajos desaparecen, pero al mismo tiempo otros se crean debido a nuevas demandas que surgen. Una potente tesis de esta obra es que utilizar la tecnología no solamente moderniza el sistema actual, sino que lo remodela para volverlo más capaz. Sorprende saber, por ejemplo, que hay aplicaciones de IA capaces de autogenerar nuevos programas -software-, con el fin de lograr renovados objetivos en un camino de incesante perfeccionamiento.
Lo que ocurre en general con la tecnología y puntualmente con la Inteligencia Artificial, como el caso del llamado ChatGPT, sería un signo del inicio de una verdadera revolución social, porque tiene el potencial de transformar las clases sociales, la actividad de la economía y del mercado, el discurso político, el desempeño laboral y los mismísimos límites de la actividad humana (D. Finkelstein). Devela además, que las profesiones no son inmutables, y que trazan fuerzas inexorables y universales que a decir de los entendidos, llevarán a la desintermediación y hasta a la perturbación (P. Evans). No ha faltado la alerta de que la IA podría causar caos en las finanzas mundiales, generar conflictos incontrolables e incluso terminar con los seres humanos.
Pocos días atrás conversaba con un colega del Instituto de Tecnología de Massachusetts, sobre alguna posible aplicación de la Inteligencia Artificial en la educación superior y el posgrado. A partir de esto utilicé en clase el ChatGPT y le pregunté con datos precisos sobre ciertos rasgos actuales de la autonomía de los municipios en países latinoamericanos. Sorprendentemente el resultado emanó en pocos segundos, y lo sometimos a análisis y discusión. Este ejercicio académico mostró que la respuesta generada tenía serios límites: no se basaba en información actual, que contenía imprecisiones groseras, que era demasiado general y políticamente correcta. Aspectos para tener muy en cuenta.
A pesar de la vertiginosa evolución de la tecnología y sus derivaciones, pienso que será casi imposible prescindir de la mente humana para el uso del conocimiento, la información y sus múltiples aplicaciones, porque solo ella es capaz de actuar con razón, de activar la conciencia y sensibilidades únicas, de aplicar procesos lógicos complejos y consideraciones éticas. Empero, a pesar de que la Inteligencia Artificial tenga límites porque carece de los atributos señalados, y pueda causar ciertos riesgos, no podemos negar que ha llegado para quedarse, tampoco se puede desconocer su utilidad e impacto en diversos ámbitos de la vida, por lo que se la debe incorporar de la manera más provechosa posible, por ejemplo, para elevar la calidad educativa en todos los niveles. Esta nueva y retadora realidad demanda sobre todo acción urgente del Estado, para que defina la política pública y adopte las regulaciones que correspondan teniendo en cuenta los aspectos señalados.