¿Es el principio del fin del capitalismo insensible que ha enriquecido cada vez más a un grupo minoritario conformado por los ricos, llevando a la miseria y, además, multiplicando a los más pobres? ¿Es quizás el ocaso del abusivo neoliberalismo que ha venido azotando a la humanidad durante largo tiempo? Lo cierto es que precisamente en aquellas naciones muy avanzadas en su evolución y desarrollo, y más concretamente, en los países que conforman las agrupaciones de las comunidades más poderosas del orbe, los sectores de jóvenes se tomaron las calles y seguidos por trabajadores, adultos y aun jubilados, desde comienzos de este año vienen protestando en contra de las medidas económicas, educativas, administrativas y sociales de sus respectivos gobiernos, justo durante una de las mayores crisis que soporta actualmente el Occidente mundial.
Y sin duda que esto ha puesto a temblar a quienes dominan el planeta.
En Francia, Grecia, Alemania, Inglaterra, España, la norteña y fría Islandia, y después de Canadá también en el mismísimo Wall Street en Nueva York, el corazón financiero de Estados Unidos y de buena parte del mundo, aquellos jóvenes que respondieron al llamado del autor del éxito de librería “¡Indignaos!”, el anciano de 93 años nacido en Berlín y nacionalizado francés Stéphane Hessel, ahora se ven multiplicados en cientos de miles de personas de diversas naciones, que han despertado ante la lacerante realidad presentada por el admirado escritor cuya obra ha estremecido la conciencia de las nuevas y viejas generaciones en las diferentes latitudes.
Los decididos “indignados”, como se autodenominan en el mundo los seguidores de Hessel, no solo se han unificado y se han hecho presentes en Wall Street. También el puente de Brooklyn, otro lugar estratégico y tradicional de Nueva York localizado en el bajo Manhattan, fue invadido el pasado fin de semana por más de 3.000 indignados, que detuvieron el tráfico del transitado viaducto. Cientos de ellos terminaron apresados por la Policía de Nueva York, pero antes de llegar a este punto, explicaron a la prensa que habían convocado a la concentración para rechazar el statu quo norteamericano y para decirle al Gobierno que termine con las duras medidas económicas, como el anunciado despido de 30.000 trabajadores y los injustos recortes del presupuesto que van en contra de los sectores populares.
Mientras tanto, el movimiento de los indignados en Estados Unidos atravesó el continente desde el Este en Nueva York y Washington, para llegar a las costas del Pacífico pasando por Chicago y otras 30 ciudades norteamericanas en donde también hizo presencia, hasta tomarse San Francisco.
¿Qué significa todo este trajinar de los indignados y, paralelamente, la terrible crisis que castiga a diversas naciones con similar sistema económico? Sin duda que la pregunta de este siglo podría plantearse sobre la base de que el propósito del capitalismo se ha caracterizado por la concentración de la riqueza en pocas manos, y por el manejo económico y financiero dirigido a proteger los intereses de los dueños del capital, erigidos sobre esta base en propietarios de los bienes de producción.
La interrogante fundamental sería entonces: ¿Podrá el capitalismo resistir la reacción organizada de la comunidad, como la que ahora se ve que empieza a nivel global? ¿Es que estamos atestiguando la etapa final del capitalismo?