No falta gente para criticar y denigrar el ayuno ya de 16 días, en Quito, de monseñor Gonzalo López Marañón, obispo expulsado de Sucumbíos hace 6 meses: “¡Equivocado está el monseñor y equivocados los y las que lo apoyan!”.
La Iglesia de Sucumbíos, a la cabeza de la cual estuvo monseñor López durante 40 años, buscó ser fiel a la tradición y al magisterio de la Iglesia universal, primero con la Congregación de los Carmelitas y luego con los sacerdotes diocesanos. La Asociación de los Heraldos, encargada de suceder a monseñor López quiso borrar este modelo latinoamericano de Iglesia; pero después de mucha destrucción, división y escándalos de alcance nacional e internacional, tuvieron que salir de Sucumbíos. ¿Quiénes estarán equivocados?
Primero hay que decir que en la Iglesia católica la autoridad normativa máxima es el Concilio. El Papa, los obispos y los sacerdotes estamos al servicio del Concilio y de su vivencia en nuestras iglesias particulares. Además, en América Latina, tenemos nuestro magisterio propio en los documentos de 5 reuniones episcopales latinoamericanas. La reunión de Medellín, Colombia, en 1968, fue particularmente importante, ya que quiso orientar a “la Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”. Sabemos que este documento fue inmediatamente aprobado -por teléfono- por el Papa de aquel entonces, Pablo 6º. Las mayores orientaciones de Medellín han sido claramente confirmadas por la reunión que tuvo lugar en Aparecida, Brasil.
Las y los que conocemos la Iglesia de Sucumbíos sabemos que no se ha hecho otra cosa que dejarse guiar en sus opciones pastorales por estas orientaciones del magisterio latinoamericano y universal. El ayuno público de monseñor Gonzalo es un llamado de reconciliación eclesial y social de los cristianos de Sucumbíos en torno a estas opciones normativas de la Iglesia latinoamericana y universal.
Entonces los equivocados son los que quieren destruir y desprestigiar este modelo de Iglesia. Jesús advertía a sus seguidores: “¡Felices ustedes cuando les persiguen por causa de mi nombre!... Serán expulsados de las comunidades judías; más aún, se acerca el tiempo en que cualquier persona que los mate pensará que está sirviendo a Dios”.
Expulsado de Sucumbíos ha sido monseñor Gonzalo López; expulsados de Sucumbíos han sido los Carmelitas que trabajaban allí: Felicidades a ellos, porque su testimonio nos confirma que transitan por ese camino evangélico y latinoamericano.