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El Telégrafo

Los diamantes y el agua

29 de agosto de 2011

El valor del agua depende de su utilidad, su existencia representa el sustento de la vida. Esto lo grafica el Eco. Adam Smith (S. XVIII) en una paradoja en la que compara el valor de todos los diamantes del mundo con el valor de la utilidad de un vaso de agua en el escenario de un desierto, la diferencia de valor de los diamantes con el del agua significa la elección entre la muerte y la vida.  

La utilidad sustentable del agua fue conocida por nuestras culturas andinas ancestrales y en la Cuenca del Guayas se encuentran vestigios del manejo de los excesos de este recurso natural. El Ecuador se ubica en la zona terrestre donde la macroprovisión natural del agua es suficiente, pero localmente tiene restricciones temporales (épocas secas) y espaciales (zonas desérticas).

Para corregir las indicadas limitaciones naturales, es necesario ubicar las fuentes del recurso y conducirlas hasta donde son de utilidad para lo cual son necesarias las obras de riego. Las disputas sobre estas áreas de aprovechamiento del agua han ocurrido desde la época de la Colonia, como se registra en la investigación realizada por G. Knapp y publicada en su documento “Riego precolonial y tradicional en la Sierra norte del Ecuador” (Abya-Yala 1992), en la cual es interesante anotar que los indicados litigios (1661) señalan conflictos entre actores raciales: son los indígenas quienes denuncian la desviación del agua ocasionada por un negro para favorecer la producción de las tierras de los españoles.

En la época republicana, con el crecimiento del país, estos litigios se multiplican, sobre todo en la región interandina, en donde la posesión del agua se torna en motivo de abuso y de agresión del poder de los sectores dominantes contra los sectores más vulnerables, como son las comunidades campesinas.  

Estas iniquidades las denuncia Jorge Icaza (citado por Agustín Cueva) en su libro “Barro de la Sierra”, en uno de sus relatos “Sed”, en el cual es relevante comentar que en aquella época, década del 30, al igual que en los tiempos presentes, las injusticias se disfrazaban con el argumento de “construcción de obras para la modernidad y progreso”, obras sin la menor duda necesarias para el eficiente y legítimo aprovechamiento de sus recursos naturales, pero estas cumplirán su objetivo si las comunidades campesinas se organizan y capacitan para operar y manejar estas obras y socializan los beneficios para el desarrollo del país.

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