Los pronósticos que divulgan en forma audaz y desaprensiva son para vaticinar que en el Ecuador se puede desatar una guerra civil para liberarse de la dictadura que estaríamos viviendo.
Estos enemigos de la democracia no pueden admitir la expectativa de una derrota contundente en las urnas pues, hasta ahora, los intentos de agrupamiento de fuerzas opositoras al régimen han fracasado rotundamente.
Miran aterrados que los esfuerzos para aglutinarse en una fanesca ideológica y política terminan siendo peor que la enfermedad que dicen combatir, porque entre ellos no se soportan.
Al final de las cuentas, aunque cristianamente llegaran a amarse los unos a los otros, resulta que sumándolos a todos y multiplicándolos por 20, no tendrían opción de evitar que Correa gane en la primera vuelta.
Cuando el túnel no tiene luz por ninguno de los costados, la carencia de ética y limitación de imaginación los lleva a especular de la forma más perversa y a soñar con una primavera como la de los árabes, que se cultiva bajo la protección de una intervención militar extranjera.
En esas circunstancias no trepidan en anhelar que nuestra patria, nuestra sociedad y la población civil sean envueltas en un conflicto de sangre y muerte, como los que están viviendo algunos países afectados por el intervencionismo depredador.
Sorprende que desde medios de comunicación, que se dicen independientes porque son negocios privados, se pueda divulgar estos augurios nefastos y abominables.
Si algunos de los que se proclaman de oposición tomaran con seriedad los afanes de participación electoral y su vinculación al mundo político, deberían repudiar la presencia en esos medios de aseveraciones como las que lanzan con irresponsabilidad y fanatismo los agoreros del desastre.
Si solo se tratara de una desviación mental y uso de un mecanismo perverso para aterrorizar a la ciudadanía frente al futuro, nadie debía preocuparse de esos augurios sin fundamento.
Pero hay que tener cuidado porque atrás de esta desaprensiva conducta puede esconderse un malévolo plan para preparar el terreno de lo que pudiese acontecer.
Es necesario salir al paso y repudiar este tipo de amenazas que pueden engendrar preocupación en la colectividad ciudadana. Si quieren competir, háganlo con las armas de la paz y no de la guerra fratricida.