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El Telégrafo
Daniel Soto

Los acuerdos

10 de febrero de 2023

He leído varias noticias sobre la posición que tuvo un político desde que alegó la falta de palabra de Guillermo Lasso sobre el cumplimiento de un acuerdo. ¿A qué se refieren esos acuerdos? ¿Por qué le interesaría a los políticos llegar a acuerdos con el Presidente de la República? Antes de contestarles, les avisaré que nada tiene que ver con el bienestar del país. 

Recordemos

En el 2008 y durante el gobierno del innombrable, el pueblo ecuatoriano votó por la lista 35 en en todas las dignidades de elección popular. Ecuador estaba convencido de que había llegado el Mesías, el salvador. Se guardaba la esperanza de que detrás de sus ojos verdes, se escondiera el Santo Grial.

Motivado por la fuerza de la esperanza, el pueblo le entregó 3 de los 5 poderes, que en ese momento se escogían por elección popular: Presidencia de la República, Asamblea Nacional con una abrumadora mayoría y el Consejo Nacional Electoral. Con esto, el entonces considerado Mesías tenía el control sobre la presidencia y el órgano fiscalizador, que es la Asamblea Nacional. Garantizándose con el CNE una continuidad en lo que se refiere a votaciones.

El innombrable no tenía que llegar a acuerdos con nadie porque lo controlaba todo y además tenía el apoyo de la gente. Esa es la fórmula mágica para volverse un tirano. La falta de control, la supremacía abrumadora en el ámbito político y el clamor de la gente, son un cóctel de dopamina que se le puede subir a la cabeza a cualquiera que ostente tanto poder.

La razón por la que no vimos ningún juicio en contra de los de la lista 35 cuando se apoderaron del país, era porque se repartieron el país entre ellos. La consigna de la 35 incluía también guardar silencio o mirar hacia otro lado cuando alguien osara denunciar actos de corrupción. Los Asambleístas no pidieron un solo informe, el Contralor General del Estado no movió un solo dedo para vigilar los contratos de sus compañeros.

Con las elecciones del 2017, el poder cambió de mano y se destapó la olla de grillos. Juicios, glosas, acusaciones, reportajes de investigación periodística se dieron el tiempo para revelar todos los robos que se dieron en esos 10 años y descubrieron tanto que la información era abrumadora. Lastimosamente, para el 2017 ya era demasiado tarde. Los que se robaron el dinero ya estaban en México, Argentina o Bélgica. Los pocos que quedaron fueron los chivos expiatorios.

Seguramente recordemos a esos 8 años de gobierno como un tiempo de paz y goce de obras públicas. No lo recordamos como un tiempo corrupto porque la lista 35 era juez y parte en todos los poderes del Estado.

Ahora que los poderes están dispersos en distintos grupos políticos, la cosa cambió. El país vive tropiezos constantes entre los políticos y se dice a viva voz que no se cumplen los acuerdos.

La realidad

Un dato que no es novedad, pero que no deja de decepcionar, es el hecho de que las campañas políticas gastan millones de dólares. Quienes las financian son empresarios que invierten en los candidatos. Los aportes mínimos para apoyar un candidato presidencial es de medio millón de dólares para arriba. Este es un juego de riesgo, si el candidato gana, el benefactor podrá recuperar su dinero más tarde a través de la adjudicación de contratos públicos; sino no gana, pierde el dinero. Mientras más alto es el aporte, mayor es la deuda del candidato y consecuentemente, mayor será la cantidad de contratos que este adjudique al benefactor, con o sin sobreprecio. Los financistas tienen que recuperar sus millones tarde o temprano. Aunque algunas veces el pago no se hace contratos, sino con mirar para otro lado cuando pasa la droga por la frontera. De ahí entenderán que la droga salió libre durante 10 años por las fronteras ecuatorianas. Benefactores y sus compromisos.

Por parte del candidato ganador, esto implica que una vez en el poder, debe pagar los favores con el dinero o favores del Estado. Para cumplir con sus compromisos dispone de puestos de ministros, directores, secretarios, contralores, etc. A través de esos puestos se maneja el dinero y el control, que se reparte a los benefactores.

Todo partido político conoce esta dinámica. Por eso cuando algún partido alcanza una cuota de poder, los acuerdos son necesarios.

Al escoger como presidente a Guillermo Lasso por la lista 21 y como asambleístas a los de la 5, Ecuador hizo bien. De esta manera el grupo político opositor controlaría que el dinero del Estado sea correctamente gastado y estaría con ojo seco a las negociaciones que se realizan con los presupuestos más grandes e importantes del país, como lo son el petróleo, energías, minas y salud y desde luego, las fronteras.

De ahí que las investigaciones que nacen de la Asamblea permiten el control del ejecutivo. La envidia del grupo que no tiene el poder, hace que el que lo tiene, sea auditado.

Los acuerdos

Entonces, ¿de qué acuerdos hablan los partidos políticos? Se refieren a los acuerdos que les permiten a los partidos cumplir sus compromisos con los empresarios. Si un partido tiene una cuota de poder en la Asamblea, exigirá al ejecutivo una cuota de mercado, que puede ser un ministerio, una región, un sector económico o un paso fronterizo. El uno lo gestiona, el otro calla.

El descaro llega al punto tal que, cuando los acuerdos se incumplen, los líderes salen a los medios a quejarse de la falta de palabra del otro. Se quejan de que no les dejan su cuota del mercado y amenazan con votar en contra, fiscalizar y mover su influencia social para dificultarles el camino.

La investigación a la que la fiscalía denominó caso “Encuentro” atiende precisamente a que el poder no se concentra en una persona o grupo de personas. El grupo de envidiosos que no ganaron, se dedican a investigar y denunciar al grupo que ganó. De esta manera se puede conseguir presión suficiente como para llegar a nuevos acuerdos o sacar del poder al que no quiere compartir contratos o ministerios.

Mientras más lejos estén de un acuerdo entre grupos políticos, más transparencia habrá. Mientras más trabas se pongan el uno al otro, se cuidará mejor el dinero público. Esto, desde luego, tiene su lado negativo. La dificultad para repartirse hospitales hace que el servicio de salud empeore. La dificultad para repartirse el petróleo hace que las explotaciones se demoren mas en llegar. Los desacuerdos en la repartición de fronteras hace que el narco tráfico encuentre trabas en las exportaciones.

Cuando leamos a los políticos en Twitter diciendo que no llegaron a un acuerdo, es señal de que hay que preocuparse, porque la gestión pública encontrará dificultades para ejecutarse; y al mismo tiempo, es señal de que los políticos tendrán dificultades para repartirse el país.

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