Descendí al infierno, entré por una puerta angosta. No me recibió nadie y nada de lo que había allí me pertenecía. Habían cientos de Miles de cuartos de pensión de mala muerte. Cuartos de puertas roidas y gastadas. Adentro seres invisibles, sufrientes, amontonados, inservibles, paralizados por el miedo del tiempo ilimitado que se les ha Sido concedido. No encuentro mi puerta ni quiero encontrarla.
Viene la señora del servicio y me dice: "no es su hora, recoja sus pasos y vuelva a donde debe de estar". Me señala una puerta que se abre entre el piso y las escaleras. "Son tres dólares", me ordena pagar. Salgo y ahora estoy sentado en la barca de Noé y antes de que empiece el diluvio me siento a escribir mis delirios.
Éste el mejor de los tiempos. Éste el peor se los tiempos. El tiempo es un infierno. ¿Quién sabe qué es el tiempo? ¿Quién sabe de dónde viene y adónde va? Se acaba éste 2022 y empieza un nuevo año que viene cargado de tiempo, incertidumbres, paradojas, tragedias, glorias.
¿Quién sabe lo qué viene? Lo qué viene ¿Qué es lo que viene? Dios nos ayuda. Dios nos ayude. Enero no me preocupa. Vienen las campañas, los ofrecimientos, los dramas de los que se saben ganadores y el martirio de los que ya se saben perdedores.
Y después del triunfo, de la victoria de los pocos; qué viene después. Me he prometido recibir el año nuevo bailando. Bailar mientras la muerte y la vida se encuentran en un fastuoso renacimiento. Feliz 2023 amigos.