Tendremos consulta popular y referendo el próximo 4 de febrero, luego de arduos debates e impugnaciones sobre la legalidad y utilidad de las preguntas formuladas. No hace falta insistir en la importancia de interrogar a la población sobre cuestiones de interés social, político y económico, sabemos que la democracia se fortalece por el solo hecho de movilizar a la población, sin perjuicio de sus respuestas. Pero, más allá del robustecimiento democrático, hay cuestionamientos que debemos absolver el 4 de febrero que son fundamentales para el presente de nuestro país.
De ganar el sí como se vaticina en el tema de la reelección indefinida, además de convalidar el pecado original de no haberlo consultado previamente y optar por la vía legislativa con la enmienda que modificó lo establecido en Montecristi 2008, también conlleva la virtud política de fortalecer el liderazgo de Lenín Moreno y del régimen actual, el mismo que se encuentra empeñado en depurar el movimiento que lo llevó al poder así como su proyecto político.
Trascendente, también, el tema sobre el CPCCS, órgano deslegitimado socialmente y que se pretende integrarlo por la vía del voto popular, luego de una transición con evaluación de autoridades y su eventual cese de funciones, a cargo de un ente provisional designado por la Asamblea Nacional con personas propuestas por el Ejecutivo. Importantes los nombres de esas ternas, porque a través de estos se entenderá la esencia y ruta de este CPCCS provisional. O sea, si se pretende un órgano político con afanes de venganza y persecución o, en su defecto, cívico y técnico para realizar una seria asepsia institucional.
Finalmente, si la población respalda al Ejecutivo en estas importantes aspiraciones, la ruta económica se habría liberado del secuestro político. Tendría abiertas las posibilidades de dictar las estrategias pertinentes y generar e invertir nuestra riqueza en el bienestar ciudadano. Claro, del cómo, con quién y a costa de quiénes lo haga, dependerá también la próxima gobernabilidad del país. (O)