Recuerdo tanto la entrevista que el artista mexicano “Juan Gabriel” concedió al periodista Fernando del Rincón, en el año 2002. Ante una pregunta directa del periodista, Don Juan Gabriel contestó (con otra pregunta, apuntó): “Dicen que lo que se ve no se pregunta, mijo”.
Pensando en un título y una idea introductoria para esta entrega, decidí partir de lo ya indicado. Lo pienso nuevamente y surge en mi interior: “Es perfecto”. ¿Perfecto para qué? La respuesta está en lo que ahora vivimos como ecuatorianos, una vez que concluyó la jornada electoral el día de ayer, sea que estemos en el país, o fuera de él (por estudios doctorales, en lo que a mí respecta). Y, aunque aún no se cuenta con la proclamación de resultados por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), a medida que avanza el escrutinio (datos oficiales), y a la luz de la experiencia de procesos electorales previos, todo apunta a hacer nuestra la frase de Don Juan Gabriel: “Lo que se ve no se pregunta, mijo(a)”.
Comencemos por las ocho preguntas de la Consulta Popular planteada por el Gobierno del señor Guillermo Lasso. Los votos marcan el camino que el ‘NO’ impere sobre el ‘SÍ’, y en todas las preguntas. Seamos serios. Más allá del discurso legítimo del propio régimen gubernamental (el cual respeto pero no comparto), y de las opiniones en sintonía emanadas desde la ciudadanía, actores políticos y líderes de opinión; es posible y probable que en el interior del aparato gubernamental el punto de partida y el tratamiento de socialización fue errado:
- a) la tónica fue priorizar las consecuencias si se elige el ‘NO’, en vez de priorizar, comunicar agresivamente y apuntalar que la causa es ciudadana, si es que realmente es así (y lo menciono porque no soy parte del Gobierno, por tanto no conozco sobre el origen de la causa, mismo que, por lógica, puede haber sido así tanto como no). Aunque debo esgrimir que, desde lo general, todo proceso de Consulta Popular impulsado desde el ámbito político gubernamental tiene como raíces no necesariamente las ciudadanas, sino más bien están vinculadas a intereses políticos (casi siempre partidistas) y que persiguen ratificar/fortalecer/consolidar el capital y liderazgo político de quien ocupa la silla central en la Presidencia de la República, o de zanjar las dudas que se han percibido se tienen en el frente de la oposición política respecto a la capacidad de generar gobernabilidad y demostrarles así a ellos -la oposición- que existe respaldo popular más que a la Presidencia de la República, a las acciones/omisiones de quien gobierna, y mayormente a la propia personalidad de la primera autoridad de la nación.
- b) el cuco fabricado: desconozco de dónde surgió la idea, y quiénes fueron sus orfebres, pero aquí se construyó un cuco, el cual logró horripilar. ¿A qué me refiero? La famosa frase: “Quienes dicen 8 veces ‘NO’ es porque son delincuentes, están vinculados al tráfico ilícito de drogas…”. Seamos claros: “Son narcotraficantes”; “Comulgan con el antipatriotismo”. Esa estrategia (con sabor a táctica aislada) no fue un error ¡Fue un horror! Mismo calificativo merece quienes ‘vendían’ la frase: “Quienes dicen 8 veces ‘Sí’ son de determinado partido político”; “No piensan, por eso sufragarán por el SÍ”. Ambas acciones, igual de estúpidas. Ambas acciones llevaron a quienes las decían a ser estigmatizados, a ser desplazados, a ser despreciados. Ambas acciones trasladaron a quienes las expresaban, en derecho y en libertad, a un punto en el que su integridad moral y psicológica (y la de sus seres queridos) fue violentada, al estar parte de esa integridad presente en redes sociales. ¿Quién asume responsabilidad por ese perjuicio? ¿Cómo quedan quienes hirieron (tomando una posición, legítima) a sus pares (seres humanos) por el “pecado” cometido por los primeros al tomar una posición contraria? Aclaro: observo la acción; no señalo a una o a varias personas.
Es así que, y para cerrar el capítulo Consulta Popular impulsada por el régimen de turno: ¿Incorrectas decisiones? ¿Negación a escuchar, aceptar y llegar a comprender qué piensa la ciudadanía sobre las acciones/omisiones concebidas desde el aparato gubernamental? ¿Indiferencia a la demanda y mayormente a la necesidad popular, que está precisamente en el trabajo en seguridad, en salud y en educación de calidad, y no precisamente en, por ejemplo, proponer cambiar a quién designa/elige a las autoridades de control? ¿Se ha obtenido (frutos) lo que se ha cosechado: escasa integración ciudadana en la toma de decisiones y mayor encierro en un círculo de amistad, donde, aunque no se pueda con la tarea, poco importa? ¿Pesa haber ‘pateado la lata’ denominada: ‘decisión y voluntad para mejorar’? Decía Don Juan Gabriel: “Lo que se ve no se pregunta, mijo”.
Ahora bien, sobre las Elecciones Seccionales 2023, en específico lo que ha ocurrido en la ciudad de Guayaquil. Seré breve. Al parecer, la gestión de la Alcaldesa de Guayaquil fue basada en la obstinación por subestimar a la población guayaquileña en cuanto a erradamente creer que las acciones/obras/omisiones que se han tenido/hecho/configurado eran, son suficientes e iban a ser aceptadas y refrendadas -con la confianza representada a través del voto popular- por las y los electores; estas almitas son parte de un pueblo que la está pasando mal; una conciudadanía sufrida, dolida, y desamparada. Basta ver, por ejemplo: un sistema de transporte público ‘Metrovía’ cuyo servicio se ha ido deteriorando al punto de no ser ni cómodo, peor aún cálido ni digno; un cuerpo de agentes metropolitanos instruidos por la cultura del control a los comerciantes mal llamados informales (personas que en su mayoría son decentes y cuya lucha diaria, constante y perseverante es digna de aplaudir) más que de la prevención (para precautelar el cumplimiento de las diversas ordenanzas municipales) y sobre todo del apoyo a la seguridad ciudadana, que se puede lograr únicamente bajo la guía de un liderazgo de control interno departamental y que en principio minimice y que luego asegure la erradicación de aquellos casos de transgresión a los Derechos Humanos (casos que, por su número, superan la idea de que sean aislados, aunque en su conjunto son pocos, pero no por ello merezcan ser invisibilizados); y, una política de pautaje publicitario que, parecería, ha sido diseñada para: concretar entrevistas en medios de comunicación o con periodistas “amigos” o “afines” (donde no se pregunta y se insiste, ni mucho menos se cuestiona, sino que se hace eco de la narrativa de la autoridad) y obtenidas con base en la simpatía de quien está al frente del área departamental municipal. Sume usted a todo esto una actitud débil de la primera autoridad municipal respecto a permitir que algunas personas parte de su equipo de confianza le cerquen, le aíslen, y pasen a ser sus ojos y sus manos, imperando así el sectarismo, favoreciendo a “unos cuantos”, y con ello perjudicando gratuitamente (con la marginación, la segregación, e inclusive ‘mal informando’) a muchas y muchos. Es decir, y tomando este último aspecto: un puñado de personas y de medios de comunicación que en toda la administración municipal saliente han contado con pautas “hasta en la sopa”, y una gran mayoría que fue descartada, o que, con suerte, fue tomada en cuenta pero “beneficiada” con migajas, fomentando así la no igualdad en el trato entre iguales.
Desde la generalidad, incluyendo el caso concreto: el gran elector reaccionó ante el sabor a desilusión, decepción, abandono y poca empatía para con su clamor, y tal vez apreció que las propuestas de quien buscaba continuar en la administración únicamente iban a agravar aún más su situación social. De ahí que optó por el cambio.
¿Deben hoy quienes no han recibido el respaldo del pueblo en las urnas ‘hacerse cargo’ por sus acciones/omisiones/errores? De nuevo: decía Juan Gabriel: “Lo que se ve no se pregunta, mijo”.
Culmino, dirigiéndome a las virtuales autoridades, tanto de Guayaquil como de la provincia del Guayas. Me refiero al Sr. Aquiles Álvarez (a quien en lo particular conozco desde hace varios años atrás, un hombre trabajador y de fe; lo conozco al punto de que él me conoció en mi gestión como banquero, en uno de los bancos más grandes del país) y a la Sra. Marcela Aguiñaga: ustedes tienen hoy la responsabilidad de respetar y devolver la confianza dada por las y los electores; con:
-coherencia con el discurso: decir lo que se piensa, y hacer lo que se dice, en especial cuando se abraza la fe y se la hace parte del diario vivir, ya que ello implica saber que se está tratando con personas (creación de Dios, e iguales a ti). Como un sacerdote Jesuita me decía: “Tener en la boca a Jesús no es un juego. Si lo haces para tu beneficio, podrás engañar a muchos, pero como todos tenemos fecha de caducidad, luego de eso tendrás tu recompensa. Así que, ten cuidado”.
-honestidad y seriedad, para cumplir con lo ofrecido.
-apertura, escucha, aceptación y tolerancia, no con “líderes de opinión” o “gente del partido”, o inclusive con “allegadas o allegados”, sino justamente con las y los electores, que son quienes les han llevado a donde van a estar.
-auténtica gestión, y personalidad de puertas abiertas. Me detengo para puntualizar: ciertamente es imposible, aunque se tenga la voluntad, atender a todas y todos en la oficina; pero, como decía una profesora que tuve en el Colegio: “Cuando se quiere, se puede”, y, “Hay que hacer lo imposible; lo posible está hecho”. Dicho aquello, existirán quienes desean exponer a la autoridad provincial/local su situación, sea por tropiezos burocráticos, o simplemente porque la naturaleza de la circunstancia lo demanda. Señores: la solicitud va en la línea de ser sensibles, de brindar mayor tiempo a las y los mandantes, y, tan relevante como lo ya esgrimido, sin olvidar a quienes les han respaldado con el voto, demostrar a quienes no votaron por ustedes que lo que existió en ellas y en ellos fue prejuicios, y que en ustedes lo que existe es la buena intención y la buena voluntad de emprender lo que no se ha hecho, de mejorar lo que ya existe, y de poner fin a aquello que jamás debió realizarse/permitirse (tales como la concesión de pautas publicitarias por empatía o afinidad) y que existe.
Detalle no menor, y siendo audaz al tomarme el nombre de la ciudadanía: evitar caer en los incorrectos hábitos: que en el país tengamos autoridades con ‘nutrido equipo de seguridad’; autoridades con actitudes extravagantes, pomposas, donde, por ejemplo, para circular un par de cuadras van acompañadas por equipos de: relaciones públicas, asesores, asistentes, ayudantes de asesores, personas para sacar algunas fotos, funcionarias para la grabación de videos, y los infaltables ‘equipos de avanzada’, a más del personal designado para la custodia, y los vehículos institucionales. En lo que a mí respecta jamás he comprendido cómo no provoca escozor el mover tantas personas; personas que, cuando la autoridad, por ejemplo, va a atender una entrevista o a degustar alimentos en un mercado, ellas y ellos soportan varias horas estando de pie, en la calle y con un poderoso sol.
Decir que si nuestras nuevas autoridades no digieren lo que ha ocurrido en el país, se obstinan y caen en similares o en los mismos errores que las autoridades salientes, transcurrirá el tiempo, y después de cuatro años ¿Qué ocurrirá? Como dijo un actual funcionario gubernamental años atrás (y que hoy, parece, lo olvidó): “Más de lo mismo”. Entonces, ¿Qué tendremos? Una vez más; decía Don Juan Gabriel: “Lo que se ve no se pregunta, mijo”.