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El Telégrafo

Lo que no sabe Ramiro González

01 de mayo de 2012

De seguro que el presidente del Directorio del IESS, economista Ramiro González, no conoce ciertos detalles de lo que sucede al interior de las casas de salud del Instituto de Seguridad Social, que sin duda están cambiando para bien. Pero el caso es que determinados asuntos no evolucionan y, por el contrario, se resisten a las transformaciones positivas que exige el Presidente de la República, deteniendo la Revolución Ciudadana en las esferas de salud y lesionando con ello los intereses de amplios sectores de la ciudadanía.

Como sucede cada dos o tres meses, asistí al Hospital del IESS. Dr. Teodoro Maldonado Carbo, a fin de atender una consulta médica y recibir las órdenes correspondientes de  posteriores exámenes de control. Eran las 9 de la mañana y, como siempre, esa casa de salud se encontraba llena de usuarios.

En cada ventanilla de atención las colas se veían interminables. Al ingresar a la pequeña sala de espera de los especialistas, también como siempre, recibí  el primer golpe a mi amor propio con el tuteo de la secretaria-enfermera -que para mí, no es ni secretaria ni enfermera-, cuyo acostumbrado  tratamiento a los pacientes busca hacerlos sentir inferiores frente a ella.

Después vendría la reconfortante atención de la especialista y, posteriormente, la puesta en cola de diferentes lugares de atención: de la botica para retirar  las medicinas recetadas;  de la impresionante y única fila (que en consideración a la gran cantidad de usuarios, aquí deberían habilitarse dos ventanillas) para llegar al lugar donde se ingresan y se les pone fecha a las órdenes de exámenes de imagenología; y previamente a la consulta médica,  la cola para retirar los resultados de las diversas pruebas de control ordenadas por la especialista.  

Pero la prueba mayor vendría después. En estos momentos, cuando se habla de la ansiada propuesta Cero Papeles y, por lo tanto, muy pocas firmas,  el importante proyecto revolucionario cae estrepitosamente en las casas de salud del IESS. Lo cierto es que, para hacer válida la orden de atención fuera del IESS, con pruebas de imagenología, debí entrar a un prolongado vía crucis hasta recoger 6 firmas diferentes, a cuyos signatarios los encontraba en otros tantos lugares ubicados en sitios y pisos distintos del Hospital del IESS. Y aún más, entre una y otra firma recogida, tuve que regresar a sacar fotocopia del documento, pues  de lo contrario no podría obtener la siguiente rúbrica. 

La meta final aún se encontraba lejana. En efecto,  para llegar a ella tendría que salir del edificio, tomar un taxi y avanzar por la avenida 25 de Julio unas cuadras más hacia el  Sur, para después de conseguida la firma del Subdirector Provincial del Seguro de Salud Individual y Familiar Guayas, llegar a la vereda próxima y a pleno sol o a  plena lluvia, esperar un taxi que me lleve de regreso a mi casa.

Por suerte, la persona que me acompañaba en esta oportunidad tiene vehículo y el esfuerzo final se hizo más llevadero. ¿Saben cuánto tiempo nos tomó esta proeza en busca de salud? ¡Seis horas! Luego de las cuales, casi a punto del desfallecimiento, encontrarme en mi casa almorzando pocos minutos antes de las cuatro de la tarde. ¡Por favor, economista González! ¿Podría mover el poder de su autoridad y, en beneficio de los enfermos del IESS, exigir que no se nos obligue a recoger seis firmas, sino tan solo una o dos?

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