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El Telégrafo
Xavier Guerrero Pérez

Lo innecesario versus lo vital

19 de abril de 2021

He visto con algo de curiosidad que varios colegas columnistas (en algunos periódicos) se han manifestado en el sentido de agradecer públicamente al presidente saliente Lenín Moreno por su gestión, siendo esta, dicen, uno de los fuertes antecedentes para haber llegado a las elecciones presidenciales 2021.

Como el que más, siendo un practicante del respeto a los derechos humanos (por ejemplo, el de la libertad de expresión), remarco mi respeto absoluto al ejercicio de pensamiento libre de colegas. Sin embargo, como académico sí debo disentir con aquellas posturas, por las siguientes razones:

a) Es innecesario y hasta poco constructivo para la democracia el agradecer a un determinado mandatario. Él justamente está ahí para cristalizar el plan de gobierno que, en campaña, socializó al pueblo, y percibe remuneración por ello. De ahí que, el agradecer por un trabajo que debe (no está a su voluntad) realizarlo, está de más.

b) A mi juicio es prematuro calificar, casi en el umbral de la finalización de un mandato presidencial, de “correcta” o “incorrecta” un puntual ejercicio presidencial. Lamentablemente debemos estar ajustados al transcurso de la historia, quien, con “hechos en mano” sí podrá conducirnos a adjetivar cualquier periodo gubernamental.

c) Recuerdo una frase que sigue golpeando mi mente una y otra vez: “los políticos no son nuestros amigos, ni pretenden serlo”; en congruencia, estimo que el “lanzar flores” o “todo está correcto, siempre” queda para quienes están seducidos por la insensatez. El rol del “gran elector”, que en definitiva somos los gobernados, está siempre en exigir lo que el(la) mandatario(a) ofreció en campaña, en destacar (no agradecer) cuando supere las expectativas como una forma de motivación, y en señalar, sin temor ni favor, pero con sindéresis, en los momentos que el gobernante tropiece, se equivoque o nos horrorice con sus acciones u omisiones.

Considero vital poner sobre la mesa de trabajo tres intenciones que, en este régimen, se quedaron en eso, intenciones:

a) La igualdad de oportunidades, un caso: el tratamiento gobierno-prensa (“los mismos de siempre” fueron en su mayor parte quienes entrevistaron al presidente saliente).

b) Sensibilidad a la escucha ciudadana, tantas demandas y ministros poco empáticos en atender.

c) Actuar ante la crítica social, si la voz popular es: tal ministro no funciona, la “cultura” del “reciclaje ministerial” (la misma persona, de un ministerio a otro) debe quedar descartada. Existimos quienes somos igual o más capaces, sin duda.

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