Hace pocos días la Universidad Andina Simón Bolívar rindió un merecido homenaje al Dr. Ernesto Albán Gómez, concediéndole el título de doctor honoris causa, y presentando el libro: Las dimensiones culturales del Derecho, editado por Ramiro Ávila S. Del homenajeado se destacaron sus aportes como hombre de cultura, docente, escritor y jurista innovador.
Por esto, la ocasión sirvió también para efectuar un fructífero diálogo sobre manifestaciones culturales con potencial para edificar una concepción renovada de la ciencia jurídica.
Y es que ha sido tradicional la comprensión unilateral del Derecho con moldes formalistas y dogmáticos, poco o nada comprometido con la justicia. El Derecho, aunque es disciplina social, solo aprecia una dimensión estática de la vida y la sociedad, por lo que requiere aportes de otros valiosos campos del saber como la Política, la Sociología, la Economía, la Filosofía y, obviamente, la Literatura como expresión cultural.
La literatura ofrece un universo imposible de empaquetar en el acotado campo de la normatividad, más bien, lo jurídico está frecuentemente comprendido en la literatura, obra del intelecto que brinda elementos sensibles, propios de la ética, los valores y principios, sea que se trate de una exposición realista o, de una proyectada en el campo de lo ficticio. La literatura puede presentar los hechos más inverosímiles, baladíes u originales, con una visión humanizada, compleja y contradictoria, propia de la condición humana.
Por su parte, el Derecho también es una forma de expresión literaria, por lo general, fría y anquilosada, mientras que la literatura plantea con frecuencia construcciones amplias, dinámicas y naturales de la vida. La realidad de la existencia toma forma en los párrafos de una buena pieza de escritura, puede llegar al alma y abrir puertas a otras posibilidades de apreciar el mundo. El Derecho y el operador jurídico pueden ser más humanos gracias al influjo de las letras. (O)