El Rotary Club Quito Valle Interoceánico me invitó a conversar sobre este tema durante el cambio de directiva 2020-2021. Por la pertinencia y actualidad resumo en las siguientes líneas.
Los estudios actuales sobre el liderazgo apuntan hacia la inspiración y la innovación, antes que a la conducción de masas, las concentraciones y discursos, que caracterizaron a ciertos líderes tradicionales. En todo caso, el don de la palabra sigue siendo un mecanismo relevante, unido a propuestas que identifiquen los ideales de una nación o un pueblo. Ser líder es, entonces, mucho más que subirse a un balcón o bailar en una tarima; es trabajar en equipo e inspirar cambios posibles, novedosos, a viejos problemas. Los métodos pueden variar, de hecho, según los escenarios, circunstancias y personajes. Se sabe que los buenos líderes responden con ardor y pasión, pero con una racionalidad necesaria para lograr transformaciones.
Una característica esencial del liderazgo es la asertividad; es decir, ser positivos, proactivos, propositivos, tener miradas humanas profundas, no discriminatorias e inclusivas frente a problemas reales de la sociedad. Jesucristo, con su mensaje de amor, fue un líder asertivo; Mahatma Ghandi y su no violencia activa; Muhammad Yunus y la creación del banco de los pobres; Martin Luther King y su lucha por la paz; Fabiola Gianotti y Eugenia del Pino, científicas connotadas; Nelson Mandela y su propuesta contra la discriminación; Albert Einstein y sus teorías, y otros.
El liderazgo asertivo tiene ahora una tendencia especial: la ciudadanía. Porque todo ciudadano, sin excepción, es un líder en potencia. Y está naciendo un nuevo tipo de Estado frente a los poderes centrados exclusivamente en el mercado o en el estatismo exagerado, que supuestamente han colapsado. Es la denominada tercera vía cuyo eje es el ser humano y sus necesidades esenciales (salud, nutrición, educación y empleo), para lograr calidad de vida con sostenibilidad (políticas públicas de largo plazo) y sustentabilidad (mediante equilibrio ser humano-naturaleza), con una fuerte participación de la sociedad civil.
¡Cuando participamos –proactiva y no solo reactivamente- generamos una fuerza asertiva, un poder ciudadano basado en la solidaridad, que es el nuevo nombre de la verdadera democracia! (O)