Recientemente se presentó en la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador-Quito, la tercera edición de la Nueva Historia del Ecuador, un texto contenido en 15 volúmenes, cuya edición vio la luz en 1988. La obra fue editada y dirigida por el historiador ecuatoriano Enrique Ayala Mora PhD (University of Oxford). Participaron 74 historiadores, arqueólogos y estudiosos de las ciencias sociales, quienes abordaron las épocas: Aborigen, Colonial, Independencia con su Período Colombiano y Republicana.
Después de 30 años, la Nueva Historia del Ecuador sigue vigente, no solo por ser el texto más abarcativo del largo proceso, sino porque implicó una verdadera revolución historiográfica, debido a la introducción de la rigurosidad científica, nuevas categorías, periodización y enfoques que anudaron todos los volúmenes. Por primera vez se planteó una mirada en torno a la estructura socioeconómica sobre la cual transcurrieron las acciones de colectivos de diferente origen cultural y regional, quienes en cada momento contestaron a las condiciones de la realidad.
Esta obra nació comprometida, con clara conciencia del rol social de la historia en el contexto de un presente traspasado por el desarrollo global del capitalismo, el Estado Nacional y la organización popular. Fue escrita para superar “los límites del ensayismo y las manías de anticuario” que sirvieron a una historia política afín a grupos de poder, para la canonización de personajes, invisibilizando a las grandes mayorías, las clases sociales y las relaciones de producción. La introducción precisa que la constante reescritura de la historia es una necesidad y que “los grandes momentos de la vida de los pueblos no están determinados por la acción individual, sino por la presencia protagónica de los grandes grupos humanos que los integran”.
Después de la edición de la Nueva Historia, la producción de los Estudios Históricos Ecuatorianos, enmarcados en el método “científico”, ha realizado extraordinarias contribuciones y ha planteado constantes desafíos en torno a enfoques y métodos, pero en general ha sufrido una dispersión y falta de sistematización integral a pesar de los enormes esfuerzos de edición de varias colecciones, lo que impide superar el logro de la citada magna obra, que ha vencido el propio objeto de su estudio, el largo tiempo social. La Nueva Historia deberá alumbrar pronto una novísima explicación de nuestro pasado. (O)