La crisis económica financiera que vive Estados Unidos debe dejarnos enseñanzas que no podemos pasar por alto.
Las expresiones de Juan Manuel Santos durante la última cumbre de Unasur, al decir que Estados Unidos está actuando como verdadero irresponsable; y lo anotado por Pepe Mujica, al indicar que la derecha se ha quedado sin teoría económica, debe llevarnos a revisar a profundidad los errores de la nación más poderosa del mundo.
Ha quedado evidenciado que las economías que no se sustentan en su capacidad de producción y que, en cambio, privilegian los mercados financieros meramente especulativos, crean burbujas que tarde o temprano explotan, generando grandes pérdidas patrimoniales, como la recordada burbuja de las tecnologías y de bienes raíces. Esta última fue de tal dimensión que generó una crisis financiera mundial, obligando al Gobierno americano a ir contra su tradicional filosofía donde solo deben permanecer los eficientes, forzándole a usar recursos estatales para realizar un gran salvataje financiero.
Niveles de endeudamiento tan elevados que llegan a ser equivalentes a su capacidad de producción (PIB) son otro factor negativo que ha puesto en riesgo su capacidad de pago, a tal punto que la guerra política electoral entre demócratas y republicanos terminó con la aprobación forzada de ampliar el techo de los niveles de apalancamiento para que la mayor potencia del mundo no caiga en “default”.
Sin perjuicio de lo anotado, los papeles monetarios emitidos por Estados Unidos sufrieron una delicada afectación en la calificación de riesgo, lo que ha traído consigo un desmoronamiento de las bolsas de valores, que refleja pérdidas importantes para sus tenedores ubicados en distintos puntos del orbe.
Hoy el mundo no solo observa la delicada situación de Estados Unidos y trata de protegerse de sus efectos, sino que también analiza con mucho escepticismo las posibilidades de revertir la crisis. Si Estados Unidos quiere salir de esta, tendrá que incrementar su producción y reducir de forma drástica su gasto fiscal a costa de afectar la zona de confort a la cual se han acostumbrado los americanos.
En conclusión, la pregunta obligada es: ¿Las regulaciones orientadas a evitar los abusos de los actores de los mercados atentan contra el ejercicio de las libertades? Las libertades sí hay que protegerlas y respetarlas, pero hay que tomar conciencia de que en el ejercicio de estas podemos afectar la estabilidad de una sociedad, si no actuamos con responsabilidad y ejercemos una supervisión que proteja de los manejos inadecuados.