El reciente escándalo del periódico News of the World, propiedad de Robert Murdoch y su hijo James, muestran la magnitud de los vínculos entre las corporaciones mediáticas y el poder político y económico. También es revelador de la ausencia de ética y de la ilegalidad como recursos normales para unos medios de comunicación regidos por la lógica de la libertad del mercado y con patente de corso para dirigir la vida de miles de millones de personas y apoyar las más tramposas empresas económicas y políticas.
El eje del escándalo actual es el de establecer con claridad si una serie de “pinchazos” que violan la privacidad de muchos ciudadanos son una política corriente del monstruo de la comunicación o responden a acciones inconsultas de los subordinados. Muchos datos apuestan a mostrar lo primero.
El éxito económico de Robert Murdoch se basa en su filosofía de que no hay que escatimar esfuerzos para conseguir darle a la gente la información que esta demanda. Basado en esta filosofía, Murdoch se ha apropiado de cadenas como Fox, que repiten incansablemente mensajes que dibujan un mundo dividido entre los buenos -el imperio- y los malos -los que la coyuntura vaya definiendo-.
Fox es una de las mayores responsables en haber hecho de la opinión pública norteamericana una de las más pobres del mundo. Murdoch apoyó la guerra de Irak con el argumento de que era el mejor recurso para conseguir un barril de petróleo a 20 dólares.
El imperio mediático se mete en la vida privada de vivos y muertos con tal de crear y vender amarillismo: una de las acusaciones tiene que ver con la intercepción y manipulación del teléfono de Milly Dowler, una niña de 13 años que fue secuestrada y asesinada en el 2002, con el objeto de mantener audiencia con base en el suspenso y las falsas expectativas.
Con su poder Murdoch cambió la lógica del deporte mundial, ya que subordinó el fútbol a los contratos televisivos desde la fundación de la liga premiere y creó el monopolio y la adoración mediática de los equipos poderosos.
Difícilmente se puede creer que el uso de recursos tecnológicos de una de las policías más importantes del mundo como la Scotland Yard para infiltrarse en la vida de los ciudadanos sea una acción inconsulta de subordinados.
Con una fortuna personal de más de 7.000 millones de dólares y un poder que los ha llevado a fantasear con la inmortalidad, el caso de Murdoch muestra que otra lógica distinta a la del mercado tiene que imponerse entre los medios de comunicación.