Entre los sucesos ligados al violento acontecimiento del Capitolio, sede del Congreso de EE.UU., se encuentra la suspensión de la cuenta Twitter del entonces presidente de esa nación, por parte de la corporación propietaria de la aplicación usada por las redes sociales.
El tema no solo reveló el poder de las redes, sino que puso en cuestión la vieja discusión en torno a la censura, es decir al impedimento de difusión de expresiones, cuando se prejuzga que promueven el acecho a la ley las instituciones. Estado y medios de comunicación han practicado la censura desde siempre.
Más allá del juicio jurídico respecto del daño que ocasiona una idea y llamado a la acción para provocar violencia, la censura deja ver la contradicción enunciativa y práctica del principio fundamental de regímenes liberales: a la vez que han proclamado el derecho individual a la libre expresión, han tratado de construir instituciones mediadoras y domesticadoras (medios de comunicación), que se han erigido en campos de poder.
Sin duda la crisis sistémica está tocando los cimientos de los medios de comunicación tradicionales-corporativos, verdaderas catedrales destinadas a sustituir a las antiguas religiones como propagadoras de dogmas y doctrinas, que están siendo derrumbadas al parecer por el mundo caótico, emocional y de la opinión sin sentido de las redes sociales, que ellos mismo parieron. Los medios no estuvieron a la altura, destruyeron su propio fundamento y el principio de “verdad”; se convirtieron en sensacionalistas y abandonaron el único lugar donde hubieran podido sobrevivir: el análisis de la coyuntura.
El problema de reconstituir catedrales no para la ganancia, el poder, la mediación y la sensación, sino para análisis con fin social, es que se necesitan verdaderos “sacerdotes”, es decir, Periodistas, pero esos desaparecieron y los que quedan como herederos del campo científico de la comunicación, están menospreciados.
¿Estamos ante el fin de los medios tradicionales y de un campo de poder? ¿El predominio de las redes sociales destruirá al final la mediación y el poder de censura convencional? O, ¿se reinventarán en torno al surgimiento de una tiranía global?
Por estos días se oye desesperados a los medios tradicionales suplicando que antes de mirar redes, miren “información verificada”, tratando con ello de contener un río que ya llegó al mar.