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El Telégrafo
Víctor Mendoza Andrade

Ley Agraria y capacitación

12 de enero de 2016

En la sesión del pleno de la Asamblea Nacional, realizada la semana pasada, se debatió la Ley de Tierras Rurales y Territorios Ancestrales. Las intervenciones estuvieron centradas en los temas que tienen relación con el régimen de propiedad del suelo y visibilizan la notable inequidad existente en la distribución del recurso provocando uno de los principales problemas agrarios que afectan a la economía del país, y sin darle igual importancia se mencionaron someramente conflictos básicos, como son la organización y capacitación del pequeño productor campesino, necesario de corregirlos para lograr una efectiva reforma agraria haciendo justicia a los pequeños usuarios.

La dispersión geográfica de este numeroso colectivo significa un obstáculo para la divulgación de los programas de tecnificación agrícola.

En la década del 60, con el progreso de nuestras estaciones experimentales de investigación agrícola como solución se establecieron los llamados días de campo, como método de divulgación, y consistía en convocar a los agricultores y frente a las parcelas demostrativas se relataban las prácticas aplicadas para obtener los resultados exitosos que se observaban. Se esperaba que los campesinos asimilaran estos conocimientos para repetirlos y obtener resultados similares. Pronto para el campesino las parcelas demostrativas se volvieron campos mágicos a donde se sucedían todos los milagros que no se podían alcanzar en el común de los campos y los técnicos no fuimos capaces de investigar los motivos de los fracasos que tenían para enseñar cómo superarlos.

Como anecdótico recuerdo, un cultivo de arroz bajo riego, de unas 40 hectáreas de superficie (ya no era una parcelita), sembrado con fines demostrativos y suministrar semilla certificada a los usuarios de un proyecto de desarrollo agrícola.

El cultivo resultó perfecto, se podía observar las espigas de arroz doradas colgadas como guirnaldas agobiadas por el peso del grano garantizando una buena cosecha. Los técnicos responsables del cultivo estaban felices, orgullosos y seguros del resultado. Y vino el día de campo. Los campesinos usuarios del proyecto fueron convocados. Muy serios escucharon las intervenciones de los técnicos para luego iniciar el recorrido del campo.

Nunca antes había escuchado críticas tan injustas y acerbas sobre un cultivo. Los técnicos estaban indignados y se declaraban enemigos de los campesinos.
La reunión final fue corta y desagradable. “No hay problema ni compromiso”, se les dijo. “Esta cosecha se venderá a la piladora”.

El desenlace fue inesperado: las autoridades del proyecto de desarrollo recibieron al día siguiente la visita de los representantes de las organizaciones campesinas solicitando adquirir la semilla, pero al precio de piladora.

Con la última tolvada de arroz cosechada le pregunté al más viejo de los dirigentes la razón de su primera oposición y me contestó: “Tú sabes cuántas veces nos han engañado, y creímos que nos iban a cobrar el arroz como semilla. Tan caro, que no podríamos pagarlo”. La lección es que el capacitador debe ganar la confianza del capacitado. (O)

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