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El Telégrafo
Rosalía Arteaga Serrano

Las letras de las canciones

30 de julio de 2019

Cuando pienso en las letras de las canciones, sobre todo de las que hacen parte de la corriente reggaetonera, me pongo a pensar en lo difícil que se vuelve la tarea educativa, sobre todo en lo que tiene que ver con los valores, como el respeto, la paz, la no violencia, la honestidad.

Acabo de participar en México, en la capital, en un evento dirigido a educadores, en el que se habló mucho del deber ser de la educación, de la importancia de los maestros, de la necesidad de inculcar valores, de la innovación, de la variedad de estímulos que tenemos hoy en día, y claro, estaba entusiasmada, contenta, mirando cómo la juventud se siente atraída por estos conceptos en los que siempre he creído.

Luego de terminada la jornada, fuimos todos a Xochimilco a disfrutar de un momento de esparcimiento, nos subimos a las barquitas, las famosas trajineras, con música de mariachis incluida, en algunas de ellas se alquilaron unos altoparlantes, las bocinas como las llaman allá, y alguien, una maestra, se encargaba de poner la música, a través de su teléfono celular.

Cuál no sería mi asombro al entender, en medio del barullo que se armó, el contenido de las letras que con mucho entusiasmo entonaban los maestros y maestras, unos mexicanos, centroamericanos y de buena parte del continente; decir procaz es poco, además de lo pegajoso de los estribillos con los llamados narco-corridos y músicas en las que se denigra a la mujer.

La reflexión viene dada por el ambiente en el que esto se daba, maestros que tan solo una hora antes hablaban con entusiasmo de valores, y que luego se hacían eco de músicas que taladran el cerebro y que inducen a actitudes totalmente opuestas a lo que predican.

Ya cerca de terminar el paseo, con las trajineras acercándose a la orilla, una de las profesoras pedía a voz en cuello el continuar con la parranda, le respondían de diferente forma, hablando de ir a una casa o a otra, pero ella insistía en ir a algún lugar donde se pudiera “perrear”, término usado para música insinuante, sexual, en la que parecería no deberíamos involucrar a los maestros.

¿Es esto pecar de moralista? No lo creo, y me angustia ver cómo los profesores hacemos todo lo contrario de lo que predicamos. ¿Cómo educar para la paz si caemos en tanta contradicción? (O)

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